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Lunes 28 de junio de 1999



FAMILIA
Reformatorios y adolescentes: una relación de rehabilitación

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Tomado de China Libre

Los reformatorio de Taiwan no solamente están colocando a sus alumnos por el sendero correcto, sino que también están ayudándolos a reintegrarse a la sociedad. En el pasado, los estudiantes que se graduaban de secundaria básica o bachillerato mientras estaban en un reformatorio recibían un diploma con el nombre del reformatorio. Los patrones potenciales que veían el diploma sabían que ellos habían sido delincuentes juveniles. Desde julio de 1992, los reformatorios han creado programas de cooperación con las escuelas públicas más cercanas, los cuales permiten que sus estudiantes reciban diplomas de esas escuelas. Ellos incluso pueden continuar estudiando en la escuela afiliada después de salir del reformatorio.

Otro vestigio de la vida en el reformatorio que solía plagar a los estudiantes era la fotografía en sus certificados de entrenamiento vocacional. El corte de cabello ultra-corto del reformatorio en la foto era una revelación fatal. Hoy, los reformatorios les proporcionan pelucas a sus estudiantes antes de tomarse la foto. "Ellos van a usar este certificado el resto de sus vidas", indica Huang. "Una cabeza pelada o un corte de pelo al rape revelará su trasfondo. La peluca es una pequeña cosa, pero significa mucho.

Los jóvenes que hayan cometido delitos más serios, como aquellos involucrados en crímenes violentos, son enviados a la Prisión Juvenil de Hsinchu. La prisión acepta jóvenes que tengan por lo menos catorce años. Actualmente tiene 754 reclusos varones y 15 mujeres. Según una encuesta interna, cerca del 50% de esos jóvenes criminales vienen de familias desgraciadas o anormales. La encuesta arrojó el siguiente desglose de los reclusos: alrededor del 23% de ellos tienen padres que están separados o divorciados, 20% han perdido uno o ambos padres por muerte, y 7% tienen padres que también han estado en prisión. "La razón principal de la delincuencia juvenil radica en la familia", dice Yang Ding-wei, asesor de la prisión de Hsinchu. "La segunda razón se debe a que esos adolescentes se han involucrado con pandilleros".

La Prisión de Hsinchu también ofrece educación secundaria, de bachillerato y de formación vocacional. Cada año, entre diez y veinte alumnos de la prisión aprueban los exámenes de admisión al bachillerato o la universidad. Además, la prisión ha adoptado las mismas medidas que usan los reformatorios para ayudar a los jóvenes a evitar ser identificados como ex-convictos. Aquellos que sirven un término en la Prisión de Hsinchu pueden ser liberados por buen comportamiento después de haber cumplido con por lo menos la mitad de su condena. Los oficiales de la prisión también procuran poner más interés personal en sus jóvenes reclusos. "El mayor deleite", dice Yang, "es ver a un adolescente rebelde convertirse en un adulto responsable y desarrollar un interés por la escuela e incluso aprobar el examen de admisión universitaria. Algunos de nuestros ex-reclusos han traído a sus esposas e hijos a visitarme".

Sin embargo, algunos reclusos o estudiantes de los reformatorios no retornan para visitar, sino para servir nuevas condenas. A pesar del énfasis en la reintegración de los delincuentes a la sociedad, el sistema de justicia juvenil no siempre es exitoso.

 

 

 

 

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