FAMILIA
Reformatorios
y adolescentes: una relación de rehabilitación

Tomado de China Libre
Los reformatorio
de Taiwan no solamente están colocando a sus alumnos por
el sendero correcto, sino que también están ayudándolos
a reintegrarse a la sociedad. En el pasado, los estudiantes que
se graduaban de secundaria básica o bachillerato mientras
estaban en un reformatorio recibían un diploma con el
nombre del reformatorio. Los patrones potenciales que veían
el diploma sabían que ellos habían sido delincuentes
juveniles. Desde julio de 1992, los reformatorios han creado
programas de cooperación con las escuelas públicas
más cercanas, los cuales permiten que sus estudiantes
reciban diplomas de esas escuelas. Ellos incluso pueden continuar
estudiando en la escuela afiliada después de salir del
reformatorio.
Otro vestigio de la vida en el reformatorio que solía
plagar a los estudiantes era la fotografía en sus certificados
de entrenamiento vocacional. El corte de cabello ultra-corto
del reformatorio en la foto era una revelación fatal.
Hoy, los reformatorios les proporcionan pelucas a sus estudiantes
antes de tomarse la foto. "Ellos van a usar este certificado
el resto de sus vidas", indica Huang. "Una cabeza pelada
o un corte de pelo al rape revelará su trasfondo. La peluca
es una pequeña cosa, pero significa mucho.
Los jóvenes que hayan cometido delitos más
serios, como aquellos involucrados en crímenes violentos,
son enviados a la Prisión Juvenil de Hsinchu. La prisión
acepta jóvenes que tengan por lo menos catorce años.
Actualmente tiene 754 reclusos varones y 15 mujeres. Según
una encuesta interna, cerca del 50% de esos jóvenes criminales
vienen de familias desgraciadas o anormales. La encuesta arrojó
el siguiente desglose de los reclusos: alrededor del 23% de ellos
tienen padres que están separados o divorciados, 20% han
perdido uno o ambos padres por muerte, y 7% tienen padres que
también han estado en prisión. "La razón
principal de la delincuencia juvenil radica en la familia",
dice Yang Ding-wei, asesor de la prisión de Hsinchu. "La
segunda razón se debe a que esos adolescentes se han involucrado
con pandilleros".
La Prisión de Hsinchu también ofrece educación
secundaria, de bachillerato y de formación vocacional.
Cada año, entre diez y veinte alumnos de la prisión
aprueban los exámenes de admisión al bachillerato
o la universidad. Además, la prisión ha adoptado
las mismas medidas que usan los reformatorios para ayudar a los
jóvenes a evitar ser identificados como ex-convictos.
Aquellos que sirven un término en la Prisión de
Hsinchu pueden ser liberados por buen comportamiento después
de haber cumplido con por lo menos la mitad de su condena. Los
oficiales de la prisión también procuran poner
más interés personal en sus jóvenes reclusos.
"El mayor deleite", dice Yang, "es ver a un adolescente
rebelde convertirse en un adulto responsable y desarrollar un
interés por la escuela e incluso aprobar el examen de
admisión universitaria. Algunos de nuestros ex-reclusos
han traído a sus esposas e hijos a visitarme".
Sin embargo, algunos reclusos o estudiantes de los reformatorios
no retornan para visitar, sino para servir nuevas condenas. A
pesar del énfasis en la reintegración de los delincuentes
a la sociedad, el sistema de justicia juvenil no siempre es exitoso.
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