logo critica

seccionesEl Panama Americaotras publicacionesprimera planaportadanacionalesopinionprovinciasdeporteslatinoamericacomunidadrelatosreportajescronica rojahoroscopoespacioediciones anterioresbuscador de noticias

 

home

variedades

Lunes 28 de junio de 1999


MENSAJE
Tomar la vida en verso

linea
Hermano Pablo
Costa Mesa, California

Los versos estaban mal compuestos, pero de todos modos, eran versos. Es difícil lograr la rima y la cadencia de un Rubén Darío o de un Guillermo Valencia. Los versos decían así: "No debiste matar de noche ni debiste matar de día. Ahora debo sentenciarte a prisión por toda su vida. Mataste a tu dulce esposa, que tanto amor te tenía. Ahora te han castigado: ¡era lo que merecías!".

Los versos los compuso el juez Robert Fitzgerald para condenar a prisión perpetua a David Schoenecker, de cincuenta y un años de edad. Schoenecker había matado a su esposa. Es la primera sentencia en verso que se conoce.

Parece que el criminal había escrito también unos versos cuando mató a su esposa. Y aun después de oír la sentencia, escribió una cuarteta más: "Cuando yo escribí mi poema, me encontraba muy enfermo. Cuando el juez escribió el suyo, se encontraba bien de salud".

No tomar uno en serio sus ofensas, no sentirse avergonzado de sus agravios, no tener remordimiento ante el daño que uno provoca, es añadirle mal al mal. Ponerle nombres bonitos a las cosas feas no las mejoran en nada. Y escribir versos para constatar un asesinato no cambia en nada el horrendo acto. Incluso, los versos del juez, de amargo buen humor, no alivian tampoco la sentencia. Con todo y versos, el hombre habría de pasar el resto de su vida en la cárcel.

No hay que prodigar elogios al delito. No hay que cantarle loas a la muerte. No hay que pronunciar alabanzas al pecado. Algunos quieren hablarle con sarcasmo a la vida y proferir insultos al destino, pero no son más que pobres recursos del despecho que en nada aminoran el crimen.

Las palabras del rey David, confrontando por su pecado de tomar como mujer a Betsabé, esposa del soldado Urías, y de enviar a Urías al frente de batalla para que lo mataran, no eran palabras de un rey arrogante. Eran las de un pecador contrito y humillado. "Ten compasión de mi, oh Dios, conforme a tu gran amor... Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu" (Salmo 51:1,10).

Y cuando Cristo quiso dar el ejemplo de cómo debe un malhechor responder ante sus delitos, lo hizo poniendo una oración en labios de un desgraciado recaudador de impuestos. Las palabras son éstas: "¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador !". (Lucas 18:13).

No miremos con imprudencia nuestro pecado. No hay ni gracia ni perdón para el que no confiesa su mal. Reconozcamos nuestra rebeldía, admitamos nuestra indocilidad, confesemos nuestro pecado, y Dios en un instante nos perdonará y nos limpiará de toda maldad.

 

 

 

linea

volver arriba


CULTURA

Padre Serafín de San Dionisio: más que una sotana en la Comunidad Carmelita

 

 


 


linea

 NUESTROS ANUNCIANTES

banner publicitario

 

PRIMERA PLANA | PORTADA | NACIONALES | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD | REPORTAJES | RELATOS | CRONICA ROJA | HOROSCOPO | EDICIONES ANTERIORES | BUSCADOR DE NOTICIAS | OTRAS SECCIONES

linea
linea gris

bandera de Panama 

 

Copyright 1995-1999, Derechos Reservados, Editora Panamá América, S.A., EPASA