Camerún llegó al primer torneo en su continente con la vitola de ser el primer equipo africano del Mundial en el ranking de la FIFA (19.º), pero las estadísticas fallaron, ya que no reflejan la crisis interna que vive la selección tricolor.
El capitán camerunés, Samuel Eto'o, que se presentaba como una de las máximas estrellas de la cita, después del triplete conseguido con el Inter de Milán, no fue suficiente para que el conjunto entrenado por Paul Le Guen crease las suficientes ocasiones de gol que un Mundial requiere para pasar a la segunda fase.
Eto'o comenzó de extremo en la banda derecha ante Japón y se encontró con la maraña defensiva nipona, por lo que Le Guen hizo caso al capitán del equipo, rectificó y lo puso de punta nato ante Dinamarca y Holanda, pero ya era demasiado tarde.