Un joven empresario y millonario a la vez un día cualquiera le preguntó su amigo: ¿cuál será la mejor manera de hacer que mi empresa prospere?
Su amigo, sin vacilar, respondió lo siguiente: Pedir la sabiduría de Dios y, lo segundo, retener a los mejores empleados. No dejarlos ir es la clave.
El chico, además de la respuesta, le reconfirmó que "porque son las personas -no las máquinas o los activos financieros- quienes adquieren, construyen y usan el conocimiento sobre el que dependen las compañías para sobrevivir y prosperar en tiempos de cambios acelerados.".
El empresario quedó tan motivado por la respuesta de su amigo que no perdió el tiempo en contratar a expertos para que le asesoraran. Así buscó la mejor fórmula para hacer que el empleado se sienta bien en su empresa y éste prosperó mucho con la ayuda de Dios.
Si usted anda buscando soporte, debe conocer que esto estudiosos advierten sobre la importancia de retener a sus mejores fichas. Algunos estudios revelan que uno de cada cuatro empleados son "verdaderamente leales" y están comprometidos con la organización, pero el resto quiere irse huyendo por el ambiente existente.
Si usted desea que se queden los buenos, debe sembrar la semilla de la estabilidad y, sobre todo, dar importancia al equilibrio entre el trabajo y familia, es decir, los empresarios de hoy en día deben entender que sus empleados necesitan tener tiempo para la vida familiar y en la comunidad además del trabajo.
Un empleado con poca preocupación en casa será un trabajador productivo que estará plenamente concentrado en sus funciones. No será como aquel que está físicamente en el trabajo y mentalmente metido con los problemas de su casa.
Si en verdad deseamos el bien de nuestra gente, metámonos en planes de motivación colectiva que ayuden a que su empresa crezca.