EDITORIAL
Mundial Francia 98 vs efemérides patrias
En ocasión del Campeonato
Mundial de Fútbol Francia 98, las diferentes colonias y aficionados
que conviven con nosotros han exteriorizado las simpatías al onceno
de su predilección con despliegue de banderas, poster, afiches, y
concentraciones en restaurantes.
Esto no lo vemos mal porque se trata de una fiesta deportiva mundial
que despierta pasión en las multitudes que se identifican con el
fútbol. El ángulo que merece una crítica es que ese
mismo fervor no lo demuestran los panameños en las fiestas patrias.
Es lamentable que nuestras efemérides hayan ido perdiendo el brillo
de antaño y gran culpa de ello la tienen las autoridades educativas
que parecen haber perdido la mística para exaltar cosas más
prosaicas.
Antes, los comerciantes colocaban al frente de sus almacenes una gran
bandera nacional y decoraban sus vitrinas con motivos patrióticos.
La inercia y permisibilidad hizo que esa costumbre se fuera perdiendo. También
las emisoras tocaban todo el día música típica, pero
con la comercialización de los conjuntos de música típica
popular ya no se distingue cuál es la auténtica música
panameña de la colombiana o de la afrocaribeña, ya que hay
una mescolanza de ritmos que nos han hecho perder la identidad nacional.
Esperamos que ese mismo entusiasmo de colocar en los automóviles
banderas argentinas, brasileñas, y colombianas sea contagioso y que
en noviembre, mes de la Patria, enarbolen banderas panameñas.
A pesar de que Panamá no está representada en el Mundial
Francia 98, dos televisoras y varias emisoras están transmitiendo
los partidos. Y lo más inexplicable: en el Pre Mundial de Béisbol
que se juega en Managua, ninguna televisora transmite el evento y no más
de dos emisoras, a pesar de que el béisbol es el deporte del pueblo
panameño y en donde tenemos buena actuación con victorias
sobre Colombia, Nicaragua y Estados Unidos. Incluso, sacrifican la misa
dominical o la media hora con Dios, para atender al Mundial del cual somos
meros espectadores.
Reiteramos que no vemos mal estas transmisiones, pero que no perdamos
las proporciones. Que aprendamos a querernos nosotros un poquito más.
Que los fanáticos del fútbol lo sean también de las
cosas nuestras. No podemos seguir siendo oscuridad de la casa y claridad
de la calle. Nada ganamos con embriagarnos de la gloria ajena cuando debemos
apoyar y exaltar nuestros valores que aquí los tenemos en diferentes
disciplinas. No nos confundamos ni dejemos que nos confundan. Sólo
es cuestión de respetar y fortalecer nuestra identidad nacional.


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