EDITORIAL
Crimen contra la justicia
El expresidente del Comité Panameño de los Derechos Humanos, Osvaldo Velásquez calificó atinadamente como un "crimen contra la justicia" la decisión de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, de extinguir la acción penal contra el exmayor Gonzalo González, condenado a 20 años de prisión junto a otros militares, por el fusilamiento de nueve de sus compañeros de armas que participaron en la asonada golpista del 3 de octubre de 1989.
Aunque el gobierno perredista del mandatario Ernesto Pérez Balladares haya indultado al exjefe de la compañía "Macho de Monte" por su participación en la denominada "Masacre de Albrook", el fallo de la Corte confiere legalidad a la decisión y a los familiares de las víctimas sólo les quedara llorar, porque no se ha hecho justicia.
La "Masacre de Albrook" fue uno de los peores crímenes de la dictadura, porque los golpistas no perdieron la vida en combate, fueron fusilados después de rendirse. Nada justifica esos crímenes y no se puede argumentar el absurdo criterio de que esos homicidios constituyen delitos políticos.
A casi 12 años de los sucesos de octubre de 1989, sólo las viudas, hijos y parientes cercanos a los golpistas parecen recordar tal asesinato masivo. Nunca antes en nuestra historia republicana se había procedido a efectuar tan sanguinaria sanción a oficiales rebeldes. El fallo de la Corte promueve la impunidad y no representa un escarmiento para que no se repitan más estos actos de barbarie.
Los responsables de esos crímenes tarde o temprano deberán enfrentar la justicia divina para expiar ese pecado mortal que es la violación del quinto mandamiento de la Ley de Dios: No Matar.
A los deudos de los golpistas enviamos un mensaje de solidaridad. Deben tener resignación cristiana ante lo sucedido, sentimiento que debe ser acompañado de un compromiso de toda la sociedad para que jamás se repita un crimen masivo como el perpetrado por la dictadura.
Los responsables de los hechos han escapado al brazo de la justicia, pero llevarán por siempre en sus conciencias que ejecutaron a sus propios compañeros de armas sin mediar un juicio siquiera.
PUNTO CRITICO |
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