La provincia de Veraguas, puede sentirse orgullosa, uno de sus meritorios hijos ha triunfado en el género de la música de cuerdas y del canto. Paulino Sánchez, nace en el distrito de Las Palmas, el 22 de junio de 1943, de extracción puramente campesina y, como todo visionario, busca el ambiente apropiado, la ciudad de Panamá a la edad de diez años; acá se pone en contacto con una pléyade de músicos del violín donde prontamente escala el pináculo de la fama, en el arte de operar el famoso instrumento que inmortalizara el célebre italiano, Stradivarius.
Es un personaje de una destreza inusual, de instinto musical obsesionado; alejado de todo cultivo de notas y pentagramas, donde el entendido ha sabido compendiar, ajustando los tonos en leyes de compases; estrictamente escolásticas, como en toda disciplina regulada por normas que provienen del saber humano. Pero esto no ha sido obstáculo, para que él se detenga, continuando en avanzada, puestas todas sus energías en furor, logra ver los frutos de su trabajo; la música del violín llevada a la plenitud de su difusión en el territorio nacional. Es el artista nato, hace brotar de su instrumento, armónica sucesión de sortilegios, precipitación de rápidos arpegios, como el trino generado en la garganta de un ruiseñor enamorado. Toca la guitarra y canta, es la habilidad puesta en marcha con calificación de excelencia. Esta es la hoja de vida del maestro: actuación sobresaliente en el encuentro nacional de violines, Clímaco Batista Díaz, 20 de julio 1996. Medalla de Honor al Mérito, Rufina Alfaro, noviembre 10 de 1999. La Universidad de Panamá le confiere reconocimiento en la Noche de los Violines "Colaco Cortés", 28 de octubre de 1999. El Municipio de San Miguelito, le extiende certificado, por ser una gloria y grandeza de nuestro folclor. Ciertamente, es la dinámica hecha grandeza que el talento pone en las manos del público, para su justa apreciación. Su música ha deleitado a los más encumbrados, también a los que habitan los suburbios capitalinos, explayándose hasta la apartada campiña cubierta de verdor. Cierta vez le dije que él se merecía un homenaje en su provincia natal, dejando esbozar una sonrisa de complacencia, apenas perceptible, por los poblados y densos bigotes que cubren su labio superior; sabe bien que su misión ha sido difícil, pero gloriosa. Vino al mundo con la alegría que contagia, al escucharlo pienso en la inmortalidad del alma y después de este pasaje terrenal, seguirá haciendo vibrar su instrumento, donde las cuerdas tiemblan, el arco cae sobre ellas ininterrumpidamente y el ejecutante canta, moviendo en tonos acompasados y ligeros su hábil cuerpo adiestrado. Les dejo la inquietud a mis amigos: Plinio Donoso y Mario Forero, alcalde del distrito de Santiago y gobernador de Veraguas, respectivamente. Un buen homenaje puede organizarlo Nelson Mojica. |