A unque ya algunos ex institutores han expresado su disgusto por los hechos de vandalismo que cometen alumnos del "Nido de Águilas", hay que insistir en la situación.Dentro de ocho meses mi generación cumplirá cincuenta años de habernos graduado en el Instituto Nacional.
Hay que señalar que miles de egresados de ese colegio secundario nos sentimos muy orgullosos de haber estudiado allí.
Nos conmocionamos al escuchar el Himno del colegio. Y los pechos ya ancianos se hinchan al oír la frase "todo por la gloria institutora".
El llamado "Nido de Águilas" ha tenido un papel muy importante en las luchas nacionalistas en más de medio siglo.
Siempre el país ha visto a los institutores en la calle. Lucharon por la soberanía total en el país, en contra del militarismo y las clases sociales poderosas que explotan al pueblo.
Muchos de esos enfrentamientos terminaron en violencia. Recuerdo cómo nos echaban enormes caballos para destruir una manifestación.
La chiquillada le tiraba maíz y bolitas de cristal para tumbar a los caballos.
Algunos policías les daban golpes con sables a los protestantes, perdigones y bombas lacrimógenas.
Pero lo que no hacíamos los aguiluchos del cincuenta y nueve y otras generaciones, era disfrazarnos de terroristas (talibanes).
En nuestras protestas no destruíamos el equipo que tanto cuesta conseguir para recibir mejor educación, como sucede ahora.
Los antiguos aguiluchos están de acuerdo con las protestas juveniles si son contra injusticias sociales. Lo que no aprueban es el ambiente de "gansterismo" que a veces rodea el hecho.
También lamentamos que esas energías no se hayan empleado para conmemorar de manera adecuada, los cincuenta años de la matanza de institutores y pueblo en general, por parte de misteriosos "francotiradores".
Durante muchos años, las paredes del frente del Instituto Nacional mostraban huecos de esos disparos.
Hoy lamentamos que esos jóvenes que dicen luchar por mejores días para el país, se olviden de que son herederos de una herencia de muchos años.
Por favor, no avergüencen la imagen de los aguiluchos. Muchas lágrimas, sudor y sangre ha costado ganarse ese prestigio.
El pueblo siempre ha visto con buenos ojos las luchas de los institutores en el pasado. ¡Ahora no...!
¿Qué podrán recordar esos jóvenes "talibanes" de hoy de sus luchas en el "Nido de Águilas", dentro de cincuenta años?