Escritores panameños se unen al lamento del mundo entero, ha fallecido uno de sus grandes pensadores, un literato que luchó por cambiar el mundo.
El escritor portugués José Saramago murió ayer viernes, a los 87 años en su casa en la isla española Lanzarote.
El autor de "El Evangelio según Jesucristo", "Ensayo sobre la ceguera" y "Todos los nombres" estuvo años padeciendo de leucemia, pero aun así se mantenía activo casi hasta el final de su vida.
La escritora y médica panameña Rosa María Britton, al igual que otros reconocidos escritores, ha alzado su voz para hablar de este gran personaje. Según EFE, estas fueron sus palabras: "La humanidad ha perdido a un gran pensador, no sólo a un gran escritor. Un hombre que tenía un profundo conocimiento de la naturaleza humana y que no se dejaba desviar por ninguna teoría o tendencia".
La escritora del cuento "La nariz invisible y otros misterios", publicado en España en 2001, dijo que a Saramago se le reconocía como un hombre libre, "que podía ver las situaciones desde afuera, como si tuviera una varita mágica".
EL AMOR ERA SU MOTOR
Quienes lo conocieron aseguraban que era un gran tipo, todo un galán, con una mezcla de rompecorazones, de libre pensador y caballero a la antigua. A los 63 años, Saramago conoció a la escritora andaluza Pilar del Río y empezó un gran amor. Tenía mucha pasión, ochenta y pico y todavía la besaba con dulzura, sonreía con sólo mirarla, es más, en el 2007 volvió a casarse con ella para recordarle su gran amor.
DESCANSA EN PAZ
Rodeado de velas, y de miles de libros, descansa ahora José Saramago, cuyo funeral, probablemente de Estado, se celebrará en Lisboa. Hoy sábado, el féretro será trasladado a Portugal en un avión fletado por el Gobierno portugués. Allí, se oficiará su funeral y se incinerará su cuerpo.
Parte de las cenizas serán enterradas en su pueblo natal, en Azinhaga, y otra parte regresarán a Lanzarote y serán enterradas en su jardín, al lado de su olivo, tal y como él quería.
NO TERMINO UN SUEÑO
Un libro ha quedado inacabado en el ordenador de José Saramago, una novela sobre el tráfico de armas que había titulado "Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas", un verso del gran poeta y dramaturgo luso Gil Vicente.
Tras "Caín", que publicó el año pasado, Saramago empezó a escribir esta nueva novela, que empezó muy animado y en la que se atascó porque no acababa de estar satisfecho con el título, y el escritor portugués acostumbraba a tener el título antes de escribir sus novelas. Hasta que dio con "Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas".