E slovenia y Estados Unidos protagonizaron ayer un partido atractivo por intenso, de ida y vuelta y disputado en las áreas, en el que acabaron repartiendo los goles (2-2) y los puntos para mantener vivas sus esperanzas de meterse en los octavos de final.
Al pie de Valter Birsa, el volante del Auxerre, llegó una pelota aparentemente intrascendente, a unos 25 metros del marco de los estadounidenses, que no pusieron impedimento alguno para que el "diez" esloveno se acomodase el "Jabulani" a la bota izquierda y le pegase estupendamente, trazando una parábola imposible para Howard, una estatua.
Bob Bradley había decidido darle la batuta de su equipo a José Francisco Torres, un error que corrigió en el descanso, tras comprobar que el reto le quedaba grande al centrocampista del Pachuca mexicano, siempre fuera de sitio, errático en el corte, incapaz de ejercer de mariscal para dar sentido al juego.
Necesitó mucho tiempo EE.UU. para recuperarse del gol, pero lo hizo, aunque fuese para recibir otra bofetada del destino: un tanto de Ljubijankic al filo del descanso, después de que el balón se pasease por delante del marco esloveno sin que Donovan hubiese podido hacer el empate.
El seleccionador estadounidense movió el mecano en la caseta, retiró a Torres y a Findley en el descanso y dio entrada a Edu y Feilhaber, buscando sangre nueva, más actitud y sobre todo más llegada.
Y el fútbol tardó tres minutos en darle la razón, aunque fuese tras un grave error de César en el corte que dejó a Donovan frente a Handanovic con solo la pelota de por medio.
El volante del Galaxy, muy escorado, le pegó alto y arriba, y EE.UU. volvió a ver la luz y a creer en su fútbol, más físico y rocoso que fino, pero igual de efectivo.
Se sucedieron las aproximaciones en ambas áreas. La pelota, durante tantos minutos trabada en medio campo, corrió de lado a lado y el partido devino en una locura muy atractiva para el espectador.
Fue en ese terreno que recuperaron los estadounidenses la esencia de su fútbol y que consiguieron hacer el empate por medio de Bradley, de nuevo el héroe de su selección, como ya ocurriese frente a Inglaterra en su primer partido mundialista.
Fue un gol tras un contraataque bien rizado y con Bradley entrando por el medio al más puro estilo "center", como en el baloncesto, para recibir una asistencia y hacer el empate.