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TEMAS DE ACTUALIDAD
El papá que yo quisiera
Raymundo A. Moore W.
Domingo, 18 de junio... otra fecha, otra celebración, y muchos regalos. Llega otra vez el Día del Padre, y con ello las felicitaciones para todos aquellos de nosotros que hemos tenido la dicha, el privilegio y la bendición de Dios de haber alcanzado esa condición humana. Mis felicitaciones muy sinceras para todos los papás que así se sienten y se conducen. Sin embargo, en un rincón, alejada de toda la alegría y el jolgorio que suponen estas festividades, se encuentra una niña que, acurrucadita con las rodillas casi pegándole la barbilla, hace trazos sobre un pedazo de papel, en un esfuerzo por terminar una inocente pero muy sentida súplica. Finalmente, se levanta y, dirigiéndose al pequeño altar que la familia tiene en su casa, coloca debajo de la Biblia el mencionado papelito, sin percatarse que su madre la observaba y quien, al retirarse la niña, toma el papel y lee: “Papa Dios, este Día del Padre quisiera pedirte muchas cosas, pero como no sé escribir muy bien, sólo te pediré las siguientes”: - Quisiera que mi papá ya no golpeara tanto a mi mamá, cada vez que llega borracho de la calle.
- Quisiera que mi mamá no tuviera que ir al trabajo de mi papá para pedirle la plata de la comida, porque si no lo hace, se la chupa con sus amigos.
- También quisiera que mi papá no me gritara tantas cosas feas, hasta obscenidades, cada vez que me equivoco en algo. Cuando hace eso mi corazón se aprieta, me duele mucho y siento que voy a morir.
- Quisiera que mi papá entendiera que yo no soy un pequeño adulto, y que no puedo hacer las cosas tan bien como él las hace.
- Quisiera que mi papá no fumara tanto, y menos en mi presencia, sabiendo que el humo me hace daño (porque sufro de asma), teniendo mi mamá que salir corriendo conmigo al centro para que me ponga la mascarilla, siempre de noche y cuando no hay plata. Y, ¿sabe una cosa, Diosito?, quisiera que mi papá también nos acompañara a mi mamá y a mí a la misa los domingos, para ver si cambia ese carácter de amargado y rabioso por todo, porque pelea hasta con el perro de la casa.
- Por último, Papa Dios, a pesar de todas las cosas que mi papá no hace, o que no las hace tan bien, quisiera que algún día se diera cuenta que todos lo queremos en casa y que este Día del Padre, nuestro deseo es que se transforme en un mejor esposo, y un mejor padre, para mi mamá y para mí. Todo eso quisiera. Te queremos papá... que la pases bien, pero con nosotros.
Secándose las lágrimas con el canto de su falda, y colocando nuevamente el papelito donde estaba debajo de la Biblia, la madre deja escapar de sus labios un silencioso “...que así sea, Señor...” ¡Au Revoir!
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