El boom económico que experimenta Panamá ha convertido su capital en "un caos urbano", cuya promoción es "una estafa" y un "atentado contra el medioambiente", denunciaron a Acan-Efe profesionales de la construcción, representantes políticos y de organizaciones ciudadanas.
La ciudad se presenta como un abigarrado paisaje de rascacielos, muchos a medio construir, donde la opulencia y la pobreza comparten estrechamente basura en las calles, ruidos de obras día y noche, un tráfico colapsado y una bahía contaminada por las aguas servidas de la mayoría de su más de un millón de habitantes.
"Lo que ocurre es para llorar, es un deterioro a pasos agigantados, con la complacencia y la complicidad del gobierno", dijo a Acan-Efe la arquitecta Raisa Banfield, directora del Centro de Incidencia Ambiental y secretaria general de la Alianza Pro Ciudad, de organizaciones no gubernamentales panameñas.
La arquitecta Laura Candanedo se refirió a las presentaciones gráficas que algunas empresas trucan para atraer inversores a los que les muestran modernos edificios, muy bien alineados, rodeados de zonas verdes y recreativas a orillas de un mar cristalino.
"Otro problema es que muchos de esos edificios nunca se construyen después de haber sido vendidos, sin que se les devuelva a sus compradores los intereses del dinero que desembolsaron, en un negocio que se ha convertido en muy lucrativo y sistemático", agregó esta arquitecta.
La capital panameña, según Candanedo, "es un caos urbano, en el que todos tratan de estafarse; es un negocio para los funcionarios de gobierno; no existe la más mínima calidad de vida, ni siquiera hay aceras para caminar".