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Domingo 4 de junio de 2000



La fibromialgia y el ejercicio

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Redacción
Crítica en Línea

ESTIMADO DR. HILLER : Tengo fibromialgia. Mi médico me recomienda que haga ejercicio, pero me preocupa que al hacerlo empeore. ¿Es bueno para los enfermos de fibromialgia hacer ejercicio?

ESTIMADO LECTOR : De la fibromialgia se saben muy pocas cosas, es una enfermedad crónica caracterizada por dolor muscular generalizado y por una gran sensibilidad a la presión sobre ciertas partes del cuerpo. La fatiga y las perturbaciones del sueño son también problemas inherentes a esta enfermedad. Casi 3.700.000 estadounidenses, entre un 75 y un 90% de ellos mujeres, la padecen. Hacer ejercicios aeróbicos de intensidad moderada con regularidad se considera beneficioso para el tratamiento de la fibromialgia.

La palabra fibromialgia significa dolor en los músculos y en los tejidos fibrosos que los conectan (ligamentos y tendones). A esta enfermedad también se le llama fibrositis -un término menos apropiada puesto que el sufijo "itis" normalmente da idea de inflamación, característica que no está presente en la fibromialgia. El dolor que se propaga en la fibromialgia a veces guarda relación con algunos dolores graves del organismo que se dan durante la gripe o el agotamiento físico. Aquellas personas que padecen la enfermedad normalmente experimentan dolor en mayor o menor grado en todo momento, aunque la intensidad del dolor quizá se vea influida por factores tales como determinada hora del día, la cantidad de ejercicio que se haga, el clima, los hábitos de sueño y estrés.

La fatiga suele ser un problema para el 90% de los que padecen esta enfermedad. Sus síntomas son muy similares a los relacionados con el síndrome de fatiga crónica, y muchas personas con fibromialgia reúnen los criterios del diagnóstico de ambas enfermedades. El sueño normalmente sufre alteraciones en caso de fibromialgia, contribuyendo así a la fatiga. Aunque los enfermos generalmente se duermen sin mayores problemas, los estudios que se han hecho durante el sueño han revelado que es en la fase de sueño profundo donde surgen las perturbaciones. Esto quizá sea la causa de que los enfermos se sientan cansados incluso tras haber dormido aparentemente toda la noche.

Otras molestias frecuentes son: rigidez matinal, depresión, dolores de cabeza, irritación intestinal (dolor abdominal, hinchazón, estreñimiento y diarrea), pérdidas de memoria y de concentración, mareos o pérdida de visión ocular, molestias menstruales, rigidez o entumecimiento en las manos o en los pies, vejiga irritable, y alta sensibilidad a las sustancias químicas y a los cambios de temperatura, a los ruidos o a la luz.

Se desconoce el origen de la fibromialgia, y hay alguna controversia científica sobre si es una entidad distinta por sí o una variación o síntoma de una o de varias enfermedades. Algunos expertos especulan que esta enfermedad surja en caso de infección, heridas, estrés emocional o cualquier hecho que haya servido de efecto multiplicador de una predisposición inherente hacia la misma.

La fibromialgia está considerada como un síndrome porque se define sólo por la presencia de un cuadro específico de síntomas. Los síntomas clave son un dolor muscular generalizado y la presencia de los también llamados "puntos sensibles" en el cuerpo que se resienten cuando sobre ellos se presiona levemente. Han sido detectados hasta 100 puntos sensibles, aunque sólo 18 son normalmente comprobados en la diagnosis.

En 1990 el Colegio Americano de Reumatología (ACR) estableció unos criterios para el diagnóstico de la fibromialgia. Para cumplir con estos criterios, una persona debe tener dolor generalizado durante al menos tres meses y de 11 a 18 puntos sensibles en determinados lugares. Los criterios del ACR son muy valiosos para elegir a los enfermos objeto de una investigación, aunque en la práctica médica se usan criterios menos rigurosos.

Los investigadores médicos continúan buscando respuestas que expliquen la causa y los efectos de la fibromialgia. Los científicos de la Universidad de Alabama-Birmingham observaron que el flujo sanguíneo disminuía dentro de ciertas zonas del cerebro así como aumentaba los niveles de Sustancia P (un agente químico que sirve para transmitir las señales del dolor) en el fluido cerebro espinal de los enfermos de fibromialgia. La relación exacta de estos cambios en la fibromialgia sigue sin estar clara.

Independientemente de su origen, la fibromialgia afecta significativamente a las vidas de aquellos que la padecen. No hay cura, aunque el tratamiento y el conocimiento de la misma y de sus secuelas puede proporcionar alivio tanto físico como emocional.

El dolor y la fatiga pueden multiplicarse en un espiral descendente que haga decaer la actividad y los condicionantes físicos. Casi el 80% de los pacientes de fibromialgia están en baja forma física. Sin embargo, las investigaciones indican que la práctica de algún ejercicio físico disminuye los síntomas y mejora la condición física en los enfermos de fibromialgia. En varios informes, el ejercicio ha sido relacionado con la reducción de la rigidez, de la fatiga, de la depresión, y con el dolor generalizado y el de los puntos sensibles, aunque la clase de mejoría que del ejercicio se obtiene no ha sido consistentemente estudiada.

De qué manera contribuye el ejercicio a disminuir las molestias de las fibromialgia no ha sido aún exactamente determinado. Algún grado de mejoría quizá sea simplemente el resultado directo de un mayor rendimiento físico. También es posible que el ejercicio altere beneficiosamente la producción orgánica de las sustancias que regulan el dolor y el sueño, tales como la endorfina, la serotonina o la hormona del crecimiento.

Una reciente investigación médica comparó a los enfermos que habían recibido información sobre la enfermedad y seguido un programa de ejercicios físicos de seis semanas de duración con aquellos otros que aún estaban en lista de espera para ese programa de información y ejercicio físico. La movilidad (tomando como medida la distancia recorrida en seis minutos) mejoró en ambos grupos, aunque era notablemente superior en el grupo que había seguido el programa. Este grupo también dio mejores resultados en cuanto a reducción de la fatiga matinal, lo que no se observó en el grupo de la lista de espera. Tras seis meses de seguimiento, se siguieron observando mejorías en cuanto a movilidad y sensación de bienestar, sin embargo no se observaron progresos apreciables en relación a la fatiga matinal. Las conclusiones de esta investigación fueron publicadas por el doctor S.E. Gowans y su equipo en el número de abril de 1999 de la revista especializada Arthritis Care Research.

El ejercicio físico en un principio aumenta las molestias, principalmente durante las primeras semanas. Con el tiempo, sin embargo, normalmente aumenta la capacidad de resistencia y tolerancia a los ejercicios. Debe hacerse ejercicio de una forma moderada. Es conveniente introducir nuevos ejercicios de manera gradual y luego llevarlos a cabo regularmente. Asimismo actividades de bajo o nulo impacto como caminar, nadar, ejercicios acuáticos aeróbicos y montar en bicicleta son muy recomendables para los enfermos de fibromialgia.

Los anti-depresores musculares son de gran ayuda para casi un tercio de los que padecen esta enfermedad. Estos medicamentos, de los que la amitriptlyna es el de consumo, más extendido, actúan directamente sobre la percepción del dolor, mejoran el sueño, y relajan y tonifican los músculos. Los medicamentos antiinflamatorios parece que no sirven mucho para tratar la fibromialgia. Aún así, la aspirina, el ibuprofeno y el acetaminofeno son normalmente usados y, en algunos casos -especialmente cuando entran en combinación con anti-depresores- reducen el dolor y la rigidez.

Otra serie de medidas que pueden ser eficaces para los enfermos de fibromialgia son: la acupuntura, ejercicios físicos con extensores, inyectar calmantes en los puntos sensibles, compresas frías, baños templados, masajes, terapia física, terapia cognitiva y control del estrés.

La fibromialgia sigue siendo un problema complejo. Se necesitan más investigaciones médicas para comprender mejor sobre lo que es exactamente este síndrome y para desarrollar tratamientos más eficaces. El Instituto Nacional de la Salud de los Estados Unidos (NIH) está llevando a cabo una gran investigación que comprende datos sobre los últimos 10 años.

 

 

 

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