CUARTILLAS
Necio
 
Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
En varias ocasiones he pasado por necio, pero no me arrepiento. Es más, creo que si muchos panameños fueran "necios", algunas cosas cambiarán en Panamá, y no se darían tantos abusos contra los clientes. Haré un recuento, sin orden, de cómo ocurrieron en el tiempo, algunas de mis necesidades. Uno de los trabajos que tuvo mi padre fue el de gerente de supermercados. Fue hace muchos años y siendo un niño, él me llevaba por el enorme mercado y hablaba de cómo debía administrarse bien. En esa época comenzaban en Panamá los supermercados, así que el asunto para mí era novedoso. Escuchaba con atención y nunca he olvidado algunas de sus palabras. "El cliente siempre tiene la razón, y uno debe tenerlo contento para que vuelva a comprar aquí", dijo una vez mi padre muy serio. Se refirió a algunos incidentes donde había tenido que ser "diplomático" para evitar un cliente insatisfecho, lo que afectaría la buena imagen del supermercado. Pero lo que más me impresionó fue oirlo decir que "el jefe siempre tiene que caminar por el lugar, para descubrir cualquier falta y arreglarla". Mi padre era un desconfiado por naturaleza y seguía aquel planteamiento bíblico de "ver para creer". Pues bien: Una vez en un super de San Francisco de La Caleta encontré moldes de pan... ¡llenos de moho verde!. Eran varios los moldes. Movido por mi espíritu ciudadano ("necedad", según algunos), fui a hablar con el llamado "gerente de piso o de turno". En voz baja, para no descubrir el problema, le indiqué que había pan lleno de moho, y eso era dañino para la salud de las personas. De buenas maneras le pedí que lo retirara y di la dirección exacta. Seguí con mis compras, y quince minutos después, regresé al sitio. El pan verdoso, lleno de moho, seguía allí tan campante porque el gerente no lo había retirado. Entonces se me subió "el indio" (como dicen algunos) y tiré al piso todos los moldes dañados. De inmediato sonó el altoparlante llamando a "seguridad" y casi me arrestan. Pero a grito pelado, dije a los presentes, que el gerente no había retirado los panes dañados. En otra ocasión vi en un restaurante diez mesas sucias, llenas de restos de comida, platos usados, etc. Las meseras pasaban por allí y no se dignaban en limpiar las mesas. Asqueado fui a hablar con el dueño, y le dije que perdonara, pero era negativo para el negocio, dejar las mesas sin limpiar. Me dio mil excusas... y las mesas siguieron sucias. Entonces hablé con las meseras, quienes me torcieron los ojos y la boca, y limpiaron de mala gana, las mesas. Quedé ante todos como un "necio" criticón. Otra vez vi a un hombre joven entrar con un perro a un restaurante. Le dije que eso estaba prohibido, que iba contra la salud de todos, y el hombre casi me invita a pelear. Hablé con el dueño, y días más tarde me hizo caso, puso un letrero prohibiendo entrar con mascotas. Fue la única ocasión en que me hicieron caso ante una observación. Ni qué hablar de las veces que he sugerido a las vendedoras cómo convencer mejor a los clientes; a taxistas qué ruta escoger para llegar rápido (aquí surgen las risitas burlonas) y menos de los consejos a jóvenes para que estudien y no pierdan el tiempo en discotecas. También me he lucido criticando la falta de eficiencia en cajeros de bancos privados y del Estado, especialmente los días de pago. Aunque muchos se burlen de mí y no me hagan caso, pienso que si el panameño fuera más "necio", nuestra sociedad funcionaría mejor.
|