Las regatas de autos en las principales avenidas de la ciudad de Panamá se han convertido en el acto más criminal e inhumano de los últimos tiempos, sin que las autoridades del Tránsito hayan encontrado un antídoto para acabar con semejante malestar, consecuencia de una juventud alienada y consumista que no tiene en qué gastar el dinero.
Nuestros émulos de Fast and Furious (Alta Velocidad), el filme rodado en las calles de Los Angeles, transmitido a través de la pantalla del cine, han acabado ya con la vida de inocentes panameños que ni siquiera participan de ese juego mortal.
Calle 50, Corredor Norte, Dos Mares y la Avenida Balboa son los escenarios favoritos de estos demonios de la adrenalina que como bolas de fuego alcanzan altas velocidades sin reparar en los destrozos que podrían causar de provocar un accidente.
Considero urgente, igual que la mayoría de los panameños, elevar las sanciones a quienes practican un entretenimiento tan peligroso, el cual ya se está extendiendo como plaga maligna a las calles y avenidas en los barrios de clase media.
Que se aumenten las multas por las infracciones y se obligue al pago de los daños a propiedades y personas afectadas, es el sentir de peatones y conductores que no participamos de semejante relajo urbano. |