" No sé qué me pasa, pero todo me sale mal". Esta frase, muy repetida, tiene varias causas; una muy común es la de que "nosotros atraemos aquello que pensamos ". Los pensamientos negativos atraen resultados negativos, y los pensamientos positivos atraen resultados positivos. Una persona que tiene fe en Dios, una gran confianza en su propia persona, bien claro sus ideales, un deseo intenso de que se vean realizados y hace todo el esfuerzo humano posible, atraerá éxitos y triunfos. Pero el que piensa negativamente, impide resultados positivos.
Nadie puede atraer triunfos hacia sí, rechazándolos mentalmente o no amándolos con todo el corazón. Pero es bueno aclarar que triunfos y éxitos tienen que ver con los procesos de realización de ideales, más que simplemente con resultados. Poner todo el empeño en la lucha, ser creativos, actuar solidariamente, perseverar, actuar correctamente ya es en sí un éxito, aunque no todo salga como uno ha querido.
Tome conciencia de esto: por el atajo de la felicidad no se llega al éxito. El triunfo no le sale a nadie de improviso por el camino. No es fruto del azar ni de la improvisación. Es más bien el resultado de una cuidadosa planeación de lo que deseamos conseguir y de una constante dedicación a tratar de obtener lo que anhelamos. No crea en los " golpes de la suerte " ni en las trampas. Esfuerzo, sacrificio, dedicación, lucha perseverante, esto logra un final feliz y es lo único de lo que usted estará satisfecho, orgulloso y le llenará de bendiciones divinas. Los que van por el atajo de la trampa o quieren que todo se lo den regalado; esos, lamentablemente, van a la ruina. Cada uno atrae lo que piensa y estos últimos atraen el fracaso total.
Recuerde que el éxito es lograr coronar los ideales nobles que nacen en nuestra alma y poder hacer mucho bien por los demás. Realizarse, cumplir la voluntad del Señor, dejar una huella positiva en su caminar por la vida, hacer el bien; eso es éxito y con Dios es posible, porque con EL, ¡SOMOS INVENCIBLES!