Mientras ustedes leen esta crítica, lo más seguro es que yo estaré acechando a los mejores caricaturistas en ciudades como: Wasghington, Baltimore, Pensilvania o Nueva York, cumpliéndose unos de mis sueños como el naranjero más humilde de Capira.
Bueno, como le decía mi maestra de primaria a Gabino.., "A ver Gabino a qué vino". Y es que Panamá crece en forma alarmante. Una fotografía de cualquier conjunto de edificios, podría cambiar drásticamente en cosa de meses, tendríamos que tomarla cada trimestre, para tener idea real de cómo va de vertiginosa la cornocopia del progreso acariciando nuestros lares. Algo está pasando en otros países hermanos, cuando a pesar de nuestro clima, inversionistas latino americanos chocan con sus maletines en nuestro aeropuerto. Mucha gente de plata está poniendo su canasta de huevos en nuestro país, convencidos que aquí les irá bien "Ibis Bene Ibis patrix"(Patria es donde te va bien).
Gente trabajadora y muchos profesionales, extranjeros están invadiendo nuestros pueblos y ciudades porque en los de ellos, sencillamente no se puede vivir., sin embargo y como es lógico, en esas riadas humanas se nos cuelan buena cantidad de delincuentes que incomodan el curioso "desarrollo con desigualdades" que reina en el Istmo.
El mejor ejemplo de la aceleración de nuestra economía, lo tenemos en la capital. Ya no es suficiente tomarle fotos a esta ciudad todos los años, mejor sería tomarla cada semana y observar cómo cambia el paisaje en un abrir y cerrar de ojos. Más bien prepárese para correr cuando lo despierte una grúa abriendo fundaciones debajo de su catre.
Pero ¿cómo le va a los panameños con este grado de inversión?...Yo diría que no muy bien, pues la mayoría de nuestra juventud con edad para trabajar, no está preparada para asumir las plazas que ofrece el creciente mercado; saben poco inglés, se visten y hablan como maleantes y lo peor tenemos poca cultura de emprendedores. Ahora que contamos con un Presidente con carácter debemos poner cuanto antes en vigencia un plan como el que propone APEDE, para que nos capacite a todos y que la educación nacional prepare a nuestros hijos no sólo para trabajar si no para vivir como intelectuales y gente pensante, aún con un pico y una pala en las manos, o manejado los tractores de sus fincas.