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Mártires

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Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador

Hace años hice una promesa: mientras tenga vida y esté en un medio de comunicación, no dejaré de referirme por lo menos una vez al año, a los mártires estudiantiles del Instituto Nacional, generación del cincuenta y ocho.

Fueron más de diez jóvenes, que murieron, víctimas de balas que dispararon anónimos "francos tiradores", quienes ¡nunca pagaron su crimen!

Y lo peor de todo, es que el gobierno del momento, liderizado por don Ernesto De la Guardia, no hizo mayores esfuerzos por aclarar la peor matanza de estudiantes que ha habido en el país, incluyendo los hechos sangrientos del sesenta y cuatro.

¿Por qué murieron esos jóvenes idealistas del Nido de Aguila? Sencillamente porque pedían "más escuelas y menos cuarteles". Así de simple era su consigna, pero abrigaba un profundo problema del momento.

Panamá estaba manejada por unas cuantas familias de la oligarquía, quienes se pasaban el poder en mamotretos de elecciones. Los fraudes eran el pan del día, durante los comicios. La Policía simplemente servía a los intereses de los poderosos panameños.

Por supuesto que la juventud panameña no participaba en este sainete de la llamada "democracia". Y en el Instituto Nacional fue donde los jóvenes pudieron prender la chispa de la rebeldía, luego de salir de un rector opresivo, como fue Carlos Gallegos.

Los grupos estudiantiles estaban reestructurando la Federación de Estudiantes de Panamá, lo que no convenía a los intereses de los oligarcas panameños.

Varias manifestaciones estudiantiles ocurrieron en el mes de mayo del cincuenta y ocho. Murió un joven, víctima de una bomba lacrimógena lanzada criminalmente a su pecho. Realmente poco se recuerda a Araúz, el primer mártir del movimiento estudiantil panameño.

Los jóvenes se encerraron en el Instituto Nacional por tres días. Allí estaban hermanados estudiantes de la universidad y la secundaria, incluso del interior del país.

A mi nadie me echa cuentos, porque estuve dos noches cuidando que el Nido de Aguilas no fuera invadido por la Policía Secreta. Por la madrugada, lanzaban bollos de dinamita dentro del colegio para meternos miedo.

(Realmente se me apretaba mi estómago de sólo diecisiete años, al sentir cómo temblaban las sólidas paredes del Nido de Aguilas).

Pero no me tocaba enfrentar la muerte. Por la mañana terminaba mi turno y me iba a dormir a la casa, donde mis padres sufrían por mi rebeldía.

Al tercer día, desde instalaciones del Seguro Social de calle 17 y seguramente otros sitios, dispararon a mansalva contra los jóvenes. Fue aterrador ver días después los enormes orificios que hicieron las balas militares en las sólidas paredes del Instituto Nacional.

Han pasado cuarenta y tres años, y parece que pocos recuerdan el sacrificio máximo de estos estudiantes mártires. Aunque de ese episodio saliera el llamado "pacto de la colina", que pretendía controlar el poder de la Policía, pienso que la patria y el Nido de Aguilas, debe rendirle mayor reconocimiento a estos mártires de la juventud panameña!

Sería conveniente hacer en el mismo Instituto Nacional un monumento vistoso, con los nombres de quienes dieron su vida por un ideal en mayo de mil novecientos cincuenta y ocho.

 

 

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Aníbal Illueca, dirigente del esgrima y prominente político del país

CREO SER UN BUEN CIUDADANO

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