H ice lo posible para que me reeligieran... pero ¡fallé! Esto sucedió a los catorce años, cuando era alumno del glorioso Instituto Nacional. Resulta que el primer semestre fui "presidente" de mi salón. Hice varias actividades y los fondos se manejaron honestamente.
Llegó el segundo semestre y consideré que merecía la reelección. Mis obras lo justificaban. Pero la profesora lo impidió.
Dijo que "había que darle oportunidad a otros de manejar la agrupación del salón". Aunque no me convenció, tuve que aceptar la negativa.
Con los años, comprendí que la docente tenía razón. En democracia deben cambiarse los mandos del país y todas sus instituciones.
Dirigir aunque sea un club, debe ser responsabilidad de los que deseen hacer un buen trabajo.
Pero a veces surgen "las mamás de Tarzán", como dicen en Montijo.
Gente que cree que se merece seguir gobernando y manejando instituciones o países, porque son "efectivos" y lo "han hecho bien".
Aunque algunos no lo crean, esa actitud tiene el germen de la dictadura.
Allí están los ejemplos de Fidel y Chávez.
Cambiaron las leyes para seguir "en la papa" y convirtieron sus administraciones en dictaduras.
Alguien me dijo una vez que cuando una persona se aferra a un puesto de mando, es porque tiene un complejo de inferioridad.
Necesita como una medicina estar arriba, mandar, aparecer en la prensa, decidir. Solamente así se sentirá realizado como ser humano y ciudadano.
Y esta situación no se da en personas de bajo nivel de instrucción. Personas con muchos títulos pueden sufrir ese complejo.
Harán todo lo posible para ser reelegidos, aunque sus acciones demuestren de manera visible la manipulación.
Personas que se han beneficiado con estos personajes lo respaldarán. Es lógico, porque se teme que de llegar otro al poder no podrán seguir en su puesto o disfrutando de beneficios.
Cuando en Democracia hay un cambio de mando, solamente pueden ocurrir dos cosas: que la nueva administración sea mejor... o peor que la anterior. Nunca será igual...
Menos mal que como yo, existimos muchas personas sin complejos de inferioridad. No necesitamos mandos para sentirnos que somos algo en la sociedad...