Cuando Dios creó el mundo - que incluye el planeta Tierra, nuestro planeta - El no le dio a ningún gobierno instrucciones para poner tasas ni cobrar por el agua que todo ser viviente, también de su creación, necesita para existir. De hecho, a diferencia de la energía eléctrica y las telecomunicaciones, que son infraestructuras tecnológicas creadas por el hombre, el agua, en cambio, es elemento vital para la vida, y cualquier intento por restringir su consumo, va en contra del mandato de Dios.
Ahora bien... si por un lado el actual Director del IDAAN, días atrás lanzó su grito de guerra, en el sentido que iba a reclutar a decenas de hombres para iniciar un "operativo" (hoy todo es operativo) de cortes a los morosos, afanoso al parecer por emular al Tesorero Municipal del distrito Capital, respecto de las placas, ello no es razón para justificar una acción de "cortarle" el suministro de agua a la población, si entendemos que conducir un auto es un privilegio por el cual se paga. Es más, yo creo que dejar sin agua a la población, so pretexto de cobrar la morosidad que acusa el IDAAN, equivaldría a un acto de Lesa Humanidad por parte del Director de dicha institución, por cuanto se condenaría a los usuarios a la alternativa de ¡Pague o muera! Y en verdad que va a haber muertes: Por un lado, la de los funcionarios que se atrevan a cortarle el agua en sectores donde ese líquido llega, a baja presión, entre las 12 medianoche y las 3 de la madrugada. Por el otro lado, están los que vamos a morir de sed y desatención de nuestras necesidades básicas, por no poder pagar una deuda a cuenta de un servicio deficiente... y aquí cabe perfectamente la figura de la condonación.
El suministro de agua potable a la población, a mi parecer, debe ser un servicio público básico cuyo costo de producción y distribución debería asumir el gobierno, nuestro gobierno. Todo no puede ser - ni debe ser - el frío negocio de la comercialización y pago de impuestos, donde el agua como recurso natural renovable, debiera ser entregado a la población libre de costo, o, en todo caso, a un costo mínimo, simbólico, que no represente una cuenta mensual.
Como dijo, aquí el asunto no es castigar a la población cortándoles el suministro, sino equiparar el sacrificio donde ricos y pobres pasemos las mismas penurias en tener que esperar nuestro turno para recibir el preciado líquido, cuyo suministro va a determinar quiénes viven, bebiendo hasta saciarse, como ahora lo hacen los ricos y famosos, o aquellos de nosotros, los pobres, que muramos, deshidratados, por falta de dicho recurso natural que, como lo expresé al comienzo, fue dado por Dios al ser perfecto de su creación, o sea, el hombre. 2002 - Año de las Decisiones ¡Au Revoir! |