EDITORIAL
Vigencia histórica del 5 de Mayo
La madrugada del cinco de
mayo de mil novecientos catorce (1914) se tiñó de sangre heróica;
los recicleres del amanecer escucharon las voces y quejidos de mutilados,
heridos con ferocidad por la explosión de los depósitos, de
construcción colonial, de "El Polvorín", lugar donde
la república mantenía las municiones y materiales explosivos,
en llamas a consecuencia de un incendio de proporciones que consumió
el inmueble.
El evento doloroso resonó en las callejas y caminos y confines
de la parroquial Ciudad de Panamá provocando inquietud y sobresalto
en los moradores, que presurosos concurrieron al infausto lugar, sito en
los extramuros citadinos, donde se horrorizaron ante la tragedia que repartió
muerte en seis valerosos bomberos capitalinos: Félix Antonio Alvarez,
Luis de Basach, Juan Bautista Beltrán, Luis Darío Vallarino,
e hirió al Mayor Florencio Arosemena Icaza, al Capitán Domingo
Vásquez, al Capitán Ernesto Arosemena, el Sargento Francisco
Diez y los bomberos José Thompson, Antonio Jiménez, Juan Antonio
Porras y Sergio Pérez.
El acto de cumplimiento del deber que cegó vidas y lesionó,
buriló las estimas populares por el Benemérito Cuerpo de Bomberos
de Panamá; institución surgida en los años de unión
con Colombia, cuyas labores recogen responsabilidades transcendentales para
la protección de vidas y bienes de los istmeños, al que la
colectividad saluda con regocijo cada año, y acompaña en los
actos solemnes de recordación y homenaje póstumo.
La divisa de Honor, Lealtad y Abnegación resume las ejecutorias
de la entidad que acoge en su seno a ciudadanos de cívica vocación,
quienes en el fragor de los incendios rinden esfuerzos con heroísmo
y dedicación, ganando en el pueblo las mayores estimas, los mejores
respetos y aplausos.
El profesionalismo de los Camisas Rojas panameños es elocuente,
y se materializa en sus apariciones callejeras, en los ejercicios cotidianos,
y en la sostenida actividad encaminada a extinguir los eventos no queridos,
no buscados, que destruyen, matan y lesionan, con fuego.
Exaltar las virtudes de quienes dieron en la tragedia del Cinco de Mayo
la más alta prueba de desprendimiento conlleva el compromiso de vocear
sus virtudes a las cuatro latitudes de la nativa geografía, relievando
los valores trascendentales que tales heroicidades merecen, que en el responso
funerario pronunciado por el mandatario Belisario Porras, los califica de
héroes de la paz; soldados de batallas ganadas en lejanía
de los campos de lucha.
Hoy, en este editorial, con respeto rendimos sentido tributo a quienes
desde la inmortalidad señalan los derroteros de renunciamiento y
civismo a la patria panameña.


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AYER GRAFICO |
El doctor Arnulfo Arias y el general Bolívar Vallarino, protagonistas
del 1 de octubre de 1968 |


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