Miércoles 5 de mayo de 1999

 








 

 


EDITORIAL
Vigencia histórica del 5 de Mayo

La madrugada del cinco de mayo de mil novecientos catorce (1914) se tiñó de sangre heróica; los recicleres del amanecer escucharon las voces y quejidos de mutilados, heridos con ferocidad por la explosión de los depósitos, de construcción colonial, de "El Polvorín", lugar donde la república mantenía las municiones y materiales explosivos, en llamas a consecuencia de un incendio de proporciones que consumió el inmueble.

El evento doloroso resonó en las callejas y caminos y confines de la parroquial Ciudad de Panamá provocando inquietud y sobresalto en los moradores, que presurosos concurrieron al infausto lugar, sito en los extramuros citadinos, donde se horrorizaron ante la tragedia que repartió muerte en seis valerosos bomberos capitalinos: Félix Antonio Alvarez, Luis de Basach, Juan Bautista Beltrán, Luis Darío Vallarino, e hirió al Mayor Florencio Arosemena Icaza, al Capitán Domingo Vásquez, al Capitán Ernesto Arosemena, el Sargento Francisco Diez y los bomberos José Thompson, Antonio Jiménez, Juan Antonio Porras y Sergio Pérez.

El acto de cumplimiento del deber que cegó vidas y lesionó, buriló las estimas populares por el Benemérito Cuerpo de Bomberos de Panamá; institución surgida en los años de unión con Colombia, cuyas labores recogen responsabilidades transcendentales para la protección de vidas y bienes de los istmeños, al que la colectividad saluda con regocijo cada año, y acompaña en los actos solemnes de recordación y homenaje póstumo.

La divisa de Honor, Lealtad y Abnegación resume las ejecutorias de la entidad que acoge en su seno a ciudadanos de cívica vocación, quienes en el fragor de los incendios rinden esfuerzos con heroísmo y dedicación, ganando en el pueblo las mayores estimas, los mejores respetos y aplausos.

El profesionalismo de los Camisas Rojas panameños es elocuente, y se materializa en sus apariciones callejeras, en los ejercicios cotidianos, y en la sostenida actividad encaminada a extinguir los eventos no queridos, no buscados, que destruyen, matan y lesionan, con fuego.

Exaltar las virtudes de quienes dieron en la tragedia del Cinco de Mayo la más alta prueba de desprendimiento conlleva el compromiso de vocear sus virtudes a las cuatro latitudes de la nativa geografía, relievando los valores trascendentales que tales heroicidades merecen, que en el responso funerario pronunciado por el mandatario Belisario Porras, los califica de héroes de la paz; soldados de batallas ganadas en lejanía de los campos de lucha.

Hoy, en este editorial, con respeto rendimos sentido tributo a quienes desde la inmortalidad señalan los derroteros de renunciamiento y civismo a la patria panameña.

 
 

 

 



 

AYER GRAFICO
El doctor Arnulfo Arias y el general Bolívar Vallarino, protagonistas del 1 de octubre de 1968


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, golpeo a las mujeres y los niños


OPINIONES




 

 

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