La visita del presidente ruso, Vladimir Putin, a Israel, está marcada por el rechazo israelí a sus iniciativas políticas en Oriente Próximo.
En el histórico viaje de Putin (el primero al Estado judío de un dirigente del Kremlin tanto en la etapa rusa como en la de la extinta Unión Soviética) han destacado las objeciones de Israel a la propuesta de celebrar una conferencia internacional de paz en Oriente Próximo, a la venta de misiles rusos a Siria y a la entrega de vehículos blindados a la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Putin no llegó a repetir en Jerusalén su plan de convocar una conferencia internacional para resolver el conflicto palestino-israelí, que hizo público en su visita a El Cairo.
El presidente israelí, Moshe Katsav, reiteró su desacuerdo con la venta de Rusia de misiles SA-18 a Siria, un negocio al que Putin no está dispuesto a renunciar, según se demostró en la rueda de prensa. El primer ministro israelí, Ariel Sharon, se reunió con Putin en el curso de un almuerzo de trabajo.