REFLEXIONES
"Salvemos la bahía"

Carlos Christian Sánchez C.
Relacionista Internacional
La preservación de la naturaleza es hoy una de las prioridades esenciales para implantar una campaña turística masiva. Panamá es un hermoso sitio lleno de grandes selvas, ríos majestuosos, montañas con clima templado y parajes impresionantes. Empero, lo peor es que la ciudad capital del Istmo se encuentra frente a la cloaca más grande de Centro América. Quien conduce por el Corredor Sur, o que camine por la vereda de la Avenida Balboa, se encontrará con la escena dantesca de la contaminación de las playas. Millones de litros de aguas negras caen desde los desagües. Aves de mal agüero se comen los desechos, mientras que bolsas plásticas de basura flotan en la marea, delante de los lujosos edificios de Marbella y Punta Paitilla. Es humillante para todos los ciudadanos ver el desastre ecológico que vive nuestra Bahía de Panamá. Desde 1950, cuando la ciudad se expandió hacia las cercanías del Río Matasnillo, se inició la destrucción de la rada, que una vez fue una bella playa. Peces de muchos tamaños nadaban en dicho lugar. La arena aún era limpia y los bañistas disfrutaban de un sitio apacible y fresco. Ese eran los cuentos de nuestros padres sobre lo que antes era la bahía. Tan sólo medio siglo después, la realidad es otra. Altos niveles de contaminación dominan el lugar, mientras que los desechos humanos se posesionan de las playas, dejando un pestilente fondo cenagoso: la lama orgánica en descomposición. Se cree que un millón de toneladas de excremento se han acumulado entre las islas de Perico y Flamenco, en la entrada del Canal Interoceánico, hasta la desembocadura del Río Pacora. Ahora, como suele suceder en momentos de crítica ciudadana, el gobierno nacional pretende resolver el asunto de la contaminación de la bahía. Según Dominador Kaiser Bazán, vicepresidente de la República, existe un proyecto con el Banco Interamericano de Desarrollo de unos 200 millones de balboas, para sanear la Bahía de Panamá. Bueno, debería ser una excelente noticia. Pero desde que tengo recuerdo, allá por los años setenta, igualmente se decía que se limpiaría la bahía: la cosa es que los sucesivos gobernantes no hicieron nada por solucionar el problema, mientras la cloaca crecía. ¿Se imagina usted la titánica tarea de limpiar la bahía?. Primero, debe analizarse varios estudios con sondeo de la zona. Muestras de la lama, aguas y arena deben ser investigados en centros especializados. Segundo, la forma de eliminar los desechos: por un lado, la materia sólida como basura no reciclable (plásticos, petróleo, grasas u otros elementos especiales) tiene que ser recogida. Entretanto, la materia orgánica puede muy bien ser tratada con baterías y químicos que degraden la lama fecal. Tercero: el tiempo estimado que durará la limpieza y, Cuatro: el dinero real de la inversión: Unos estiman que más de mil millones de balboas deben ser invertidos en el saneamiento de la rada. Otro problema será las plantas de tratamiento, además de los desagües de los ríos, como el Matasnillo, Curundú, Río Abajo, Pacora, Matías Hernández, Juan Díaz, Tocumen y Tapia. Por desgracia, los cauces fluviales se han transformado en grandes canales de aguas negras que bajan a la bahía. A la vez, las grandes empresas, industrias y urbanizaciones no poseen un complejo de sistema de tratamiento de elementos orgánicos. Ese quizás sea el tema más sensitivo de la campaña por recuperar la belleza de nuestras costas en la capital. En el afán de solucionar la crisis ecológica latente, la Alcaldía de Panamá y el Gobierno Nacional han implementado una serie de leyes con el fin de obligar a las empresas para que instalen centros de tratamiento de desechos en sus propiedades. Pero la experiencia vivida en toda nuestra historia patria nos revela que sólo la presión popular hará realidad que estos decretos se cumplan a cabalidad. Un hecho desagradable es ver cómo una industria ubicada en el Corregimiento de Betania, Ciudad de Panamá, "tiñe" de color sangre, las aguas ya contaminadas del Río Matasnillo. ¿Dónde va a parar los venenos de esas industrias. Por supuesto, a la bahía. Peor aun es la imagen que creamos en los visitantes cuando vienen a Panamá. Jamás dejaré de criticar el asunto de la bahía sucia, mientras tengamos ostentosos hoteles, llenos de turistas que, cada mañana que abren sus ventanales, reciben el agradable "olor" del mar envenenado. Si queremos ser, en el futuro, un destino para los viajes paradisiacos, primero limpiemos nuestras playas en la ciudad capital, para no pasar más penas.
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