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Melanie Griffith y Antonio Banderas.  |
Esta diva de la pantalla grande al parecer esta de guerra con las arrugas, es más, su rostro es monumento al botox. Aunque a los cosmetólogos de Beverly Hills les parezca una herejía, los carísimos tratamientos de belleza que se aplican las actrices y famosas pueden hacer que éstas parezcan aún mayores de lo que son. Este es el caso de Melanie Griffith.
Las últimas fotos de la actriz de 45 años revelan a una mujer con el atractivo bloqueado en una lucha imposible contra las arrugas. Su frente está lisa, demasiado lisa. Sus labios hinchados -a la mitad de las mujeres de Los Angeles parece que les han dado un puñetazo en la boca- y deformados de una manera extraña.
La piel la tiene enrojecida y desigual. Sus ojos parecen cansados y hay también una extraña disonancia entre aquellas partes del rostro que se han quedado fijas y las que han dejado que la naturaleza siga su curso.
Y es que Melanie ha convertido su rostro en un monumento al Botox, una toxina que, inyectada en pequeñas dosis de forma subcutánea, paraliza los músculos faciales y evita que se produzcan arrugas.
¿Qué es lo que impulsa a Melanie a aferrarse a su juventud en esta lucha desesperada? Tiene una casa de lujo, un matrimonio desde hace seis años con Antonio Banderas - considerado uno de los actores más atractivos del mundo -, tres hijos y la satisfacción de haber realizado películas de gran éxito. ¿Por qué no se relaja y disfruta de la vida libre de toda preocupación? ¿Acaso no tiene por delante la mejor etapa y cuanto dinero quiera para gastar? Quienes la conocen bien dicen que está muy ansiosa por temor a que su marido, tres años menor que ella, no le sea fiel. Tanto, que no se separa de él. Incluso ahora que Banderas ha debutado en las tablas con el musical Nine, Melanie ha estrenado la versión de Broadway de Chicago, en el teatro que hay enfrente del que trabaja su marido. |