El triunfo del exobispo Fernando Armindo Lugo Menéndez en los comicios presidenciales de Paraguay, es la continuación de lo que ha venido sucediendo en América del Sur, donde muchos electores se han desencantado de los políticos tradicionales y han dado paso a la izquierda.
Lugo desbancó del poder al Partido Colorado, que había controlado el poder en los últimos 61 años. El exprelado de la diócesis de San Pedro se suma a sus colegas izquierdistas Evo Morales, Rafael Correa, Hugo Chávez, Lula da Silva, Cristina Fernández, Tabaré Vázquez y Michelle Bachelet.
Sin embargo, Fernando Lugo -quien obtuvo el poder al lograr el 40.8%- aclaró rápidamente que no es su intención alinearse con el "chavismo", ya que se inclina más por el modelo socialdemócrata español.
El profesor que hace 37 años escuchó la voz de Dios para hacerse sacerdote, enfrenta serios problemas, como la distribución de la tierra, la corrupción enquistada en el engranaje gubernamental, el narcotráfico y los contratos de venta de electricidad a Brasil generada por la hidroeléctrica de Itaipú.
Otro problema será el manejo del propio gobierno. Para un país que tuvo durante seis décadas al mismo partido en el poder, a los nuevos inquilinos de la Presidencia, no se le hace fácil la gestión pública. Habrá que observar además la reacción de las Fuerzas Armadas, ya que una de sus fichas, el general Alfredo Stroessner, gobernó por años a la nación suramericana.
Lo sucedido en Paraguay, es una llamada de alerta para los políticos tradicionales de toda América, que deben entender que tienen que atender los reclamos de la sociedad y no dedicarse a los negociados propios del poder, porque ya los pueblos están cansados de tantos abusos y comienzan a pasar facturas.