FAMILIA
"El autoanálisis"
SINORAMA
Algunos, especialmente los
dentistas y cirujanos, llegan a alterar el método de tratamiento
cuando se hallan ante uno de estos enfermos. En octubre de 1998 hubo un
caso en el que se descubrió un tumor cerebral en un paciente de SIDA;
un neurocirujano de un importante hospital de Taipei se negó a operar
porque hay más probabilidades de que la sangre salpique en una operación
de este tipo, y él temía que hubiera más peligro de
resultar infectado. El paciente fue transferido a otro hospital donde el
cirujano no puso objeciones, pero en este caso fue el resto del equipo quirúrgico
el que se negó. Finalmente, el paciente encontró un hospital
cristiano en Changhua cuyo director, un religioso, defendía que "los
médicos no pueden negarse a tratar a los enfermos". El paciente
abandonó el hospital después de una operación y convalecencia
exitosas.
Chang Li-yu, quien solía trabajar en un pabellón de cancerosos
y ahora es trabajadora social en el pabellón de enfermos terminales
de SIDA del HUNT, explica que aunque ambas enfermedades son incurables,
el tratamiento que se da a unos pacientes y a otros no podría ser
más diferente. La familia de un paciente de cáncer generalmente
hace todo lo posible por cuidarle.
Los enfermos de SIDA, por otro lado, con frecuencia prefieren ocultar
a sus familias la naturaleza de su mal; y cuando éstas lo saben,
a menudo les culpan o no les visitan. Los otros enfermos les señalan
y murmuran. Chang dice con pesar: "Más les valdría mentir
a sus familias diciendo que tienen cáncer".
La fuente de los prejuicios contra el SIDA y sus víctimas es la
antigua imagen de que es una enfermedad de homosexuales, drogadictos intravenosos
y otros grupos marginales de la sociedad. Pero hace ya muchos años
que el número de heterosexuales infectados por el VIH superó
al de los homosexuales, dejando de ser dominio exclusivo de éstos.
Cuando el SIDA llegó a Taiwan, la mayoría de los infectados
por el VIH eran homosexuales. Hoy, sin embargo, el 34´9% de los seropositivos
han contraído el virus a través de relaciones heterosexuales,
y sólo el 22´4 mediante relaciones homosexuales: el grupo mayor
es de heterosexuales.
Chen Yi-ming, profesor del Instituto de Salud Pública de la Universidad
Yang Ming, señala que, aunque el porcentaje de heterosexuales infectados
supera al de homosexuales, el 16´4% de los enfermos de SIDA son hombres
bisexuales, lo que significa que la incidencia de la enfermedad entre la
comunidad gay es aún bastante alta. Por otro lado, Yeh Kung-chieh
destaca que, aunque la proporción de infectados es alta entre los
homosexuales y bisexuales, éstos son un grupo relativamente cerrado
con menos propensión a extender la enfermedad al resto de la comunidad,
mientras que entre los heterosexuales, una parte mayor de la comunidad,
la infección se propaga más rápidamente, por lo que
el riesgo es mayor.
Los homosexuales no están de acuerdo con la discriminación
de ser considerados un "grupo de alto riesgo". Según ellos,
no existen tales grupos, sino "conductas de alto riesgo". Hsiao
Chiang, que es un activo miembro de la comunidad gay, asegura que el SIDA
ha sido una continua fuente de preocupación para los homosexuales.
Pero su nivel de concientización es muy alto, por lo que se analizan
regularmente la sangre y toman otras precauciones, al contrario que el ciudadano
medio, menos propenso a protegerse.


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