EDITORIAL
Malos ejemplos
El poder de la palabra y la razón son privilegios exclusivos del Hombre, y se les ha otorgado por su primacía de inteligencia. Al menos eso es lo que se ha proclamado por los siglos de los siglos vividos.
La capacidad de diálogo es lo que se ha venido pregonando a voces. Y se supone que con el ejemplo se educa.
Las escenas registradas ayer en Arraiján, donde se dio la detención de estudiantes y se rompió el orden de convivencia entre entes gestores de buena conducta, deja mucho que decir a las miradas del mundo.
No hay vencedores ni vencidos. Todos tienen su grado de responsabilidad en el asunto.
Es cierto que el ser humano tiene el poder de la palabra. Y Panamá se ha distinguido dentro de los países que resuelven las diferencias de manera pacífica. Sin embargo, ese estado de paz para dar solución a las situaciones, se están tornando graves cuando son los pilares del reflejo de la educación los que protagonizan escándalos.
Bien se dice que el niño aprende lo que vive, y la acción de ayer manifestada por los estudiantes en huelga hace más de dos semanas para exigir el nombramiento de un docente, llegó a sus extremos cuando usaron la fuerza para hacerse escuchar, parodiando a los grupos que alguna que otra vez han alzado sus voces violentas para hacerse oír en los gobiernos.
Los adultos, en este caso las autoridades educativas, se han igualado a los berrinches mal dirigidos queriendo hacer sentir su peso de autoridad también a la fuerza.
¿Dónde está el diálogo del que tanto se habla en las diferentes instancias? Y dónde está el ejemplo del que hace alarde los estatutos educativos?
La fuerza bruta no es siempre la más inteligente.
En las escuelas se enseñan parámetros para resolver problemas matemáticos; pautas para aplicar el método científico, y luego; normas para sostener un debate, y luego ¿por qué no se aplican cada uno de esos conocimientos en la vida diaria?
El ente regulador de la educación es el que tiene la última palabra y como tal debe salir a dar una explicación de cara a los interesados y no dejar las cosas como quien esconde la basura bajo la alfombra. Tarde que temprano, tanta acumulación saldrá a relucir.
PUNTO CRITICO |
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