Tras la caída del régimen de Saddam Hussein, muchos cambios geopolíticos han modificado severamente las relaciones internacionales. Con eso de la guerra preventiva de George W. Bush, de golpear a los países que supuestamente apoyan a los grupos terroristas y que producen armas de destrucción masiva, ahora muchas naciones consideran tomar medidas para evitar ser objetivo de la campaña antiterror de los Estados Unidos.
En la lista de enemigos de Estados Unidos están todavía Irán, Siria, Corea del Norte, Libia y Cuba.
El caso de Siria tomó mucho relieve en los días anteriores a la caída de Bagdad en manos aliadas, cuando se supo que muchos ex dirigentes iraquíes escaparon por Damasco hacia el exterior, huyendo del bombardeo aliado.
Se creyó que Siria sería el siguiente blanco de las acciones bélicas de Washington, al punto de que Rusia, Arabia Saudita, Egipto, la Unión Europea y otros países árabes pidieron calma a los “halcones” de El Pentágono, airosos tras acabar con el dictador de la ciudad de “las mil y una noche”.
Siria da refugio, según fuentes diplomáticas y de inteligencia occidentales, a grupos extremistas islámicos como Yihad, Hamas y Hezbollah. Damasco tiene gran influencia en El Líbano, mientras que posee extraordinaria fuerza política en la Liga Árabe.
Su líder, Bashir Al Assad, es un oftalmólogo graduado en Inglaterra, tiene gran fama de ser un gran diplomático y difiere del resto de los crueles dictadores que han dominado a la región, en especial a su país.
Atacar a Siria sería una locura, no porque tenga un poderoso ejército, sino porque uniría al mundo árabe, a diferencia del caso iraquí.
NORCOREA EN ALERTA
Mientras tanto, el régimen estalinista de Corea del Norte (Norcorea) ha admitido nuevamente que posee un amplio programa nuclear para garantizar igualmente su defensa ante una posible agresión “preventiva” de Estados Unidos. Pyongyang dijo en un comunicado reciente que la guerra en Irak demostró que era necesario fabricar una arma apocalíptica con el fin de disuadir a los norteamericanos, en caso de lanzar un ataque contra Norcorea.
Pyongyang cree que con amenazar con lanzar misiles de largo alcance que lleguen hasta Los Angeles, Hawaii o Alaska, y que estos vectores lleven bombas atómicas, evitaría que El Pentágono realice una invasión a gran escala sobre Corea del Norte para derrocar al gobierno de Kim Jong-il, el dictador comunista de esa potencia asiática.
Empero, el desarrollo del programa SDI estadounidense y de sus cohetes Minnuteland II, capaces de destruir misiles enemigos en el espacio sideral antes que caigan sobre el blanco, siguiere que Washington puede garantizarse la defensa táctica de América, como así atacar a los norcoreanos.
Lo preocupante de una posible guerra contra Siria o Corea del Norte es su repercusión a nivel mundial. De extenderse la guerra hacia Siria, o posiblemente Irán, el país fundamentalista islámico por excelencia, provocaría demasiada tensión global que terminaría por afectar a toda la economía mundial.
En cuanto a Corea del Norte, de seguro una guerra en Asia causaría daños severos en los vecinos de esta nación, a saber Corea del Sur, Japón y China Popular. Es obvio que Estados Unidos ganaría a la larga una guerra contra Pyongyang, pero antes que caiga este país, los misiles norcoreanos ya habrían arrasado a Tokio, Seúl o Honolulu.
Esperemos que la diplomacia triunfe y que se evite la expansión de la saña belicista sobre otras naciones del globo. De lo contrario, volveremos a ser testigos del infierno nuclear que una vez carbonizó a dos ciudades japonesas en el pasado. |