(23 de abril). Nacido en Palestina, hijo de un agricultor estimado. Entró al ejército y llegó a ser capitán. Se hizo famoso porque al llegar a una ciudad de Oriente se encontró con que un terrible caimán (o dragón o tiburón) devoraba a mucha gente y nadie se atrevía a acercársele. San Jorge lo atacó y acabó con tan feroz animal. Y reuniendo a todos los vecinos que estaban llenos de admiración y de emoción, les habló de Jesucristo y obtuvo que muchos de ellos se hicieran cristianos.
Pero el emperador Diocleciano mandó que todos tenían que adorar ídolos o dioses falsos y prohibió adorar a Jesucristo. San Jorge declaró que él nunca dejaría de adorar a Cristo y que jamás adoraría ídolos. Entonces el emperador declaró pena de muerte contra él. De paso para el sitio del martirio lo llevaron al templo de los ídolos para ver si los adoraba, pero en su presencia varias de esas estatuas cayeron derribadas por el suelo y se despedazaron. A Jorge lo martirizaron y mientras lo azotaban, él se acordaba de los azotes que le dieron a Jesús, y no abría la boca, y sufría todo por Nuestro Señor sin gritar ni llorar.