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EDITORIAL
No hay peor ciego que el que no quiere ver
La opinión pública se refleja en la prensa y tradicionalmente ha sido el llamado cuarto poder del Estado el que ha servido de termómetro para analizar el balance o equilibrio de una nación. Los medios de comunicación no hacen más que recoger las actuaciones de los que gobiernan y reflejar en el entorno el desempeño de los funcionarios que en esta sociedad son cotidianamente cuestionados. Por eso es irresponsable responsabilizar a los medios de comunicación de las políticas erráticas e incoherentes del Estado, alegando que existen campañas para desprestigiar a un gobierno que se desprestigia sólo porque un día dice una cosa y al día siguiente otra.
La Mandataria del país debe tener cuidado y mostrar mayor cautela cuando emite declaraciones de este tipo. Alegremente doña Mireya Moscoso cita a la prensa, radio y televisión sobre todo a los comentaristas radiales de orquestar una campaña contra su gobierno pero parece sufrir de amnesia cuando ella misma le ha dicho a sus colaboradores cercanos que tienen que dinamitarse y marchar al ritmo de la Jefa del Organo Ejecutivo. El gobierno y sólo el gobierno es el que ha provocado los escándalos de los cuales se han hecho eco los medios de comunicación y la ciudadanía se ha enterado por los periódicos, emisoras y televisoras de lo que realmente pasa en el país. Por lo tanto, resulta hasta pueril pretender acusar a los que divulgan la verdad queriendo desviar la atención con una cortina de humo, lo que equivale a querer tapar el sol con las manos.
En tiempos de la dictadura los castrenses intentaron algo semejante, pero la verdad civilista. Ahora se intenta copiar estos añejos esquemas de la dictadura militar pero que no resisten un análisis serio por la falta de credibilidad de los propios funcionarios. Montar esta pantomima no les da ningún crédito y, por lo contrario, reduce el nivel de seriedad que se creía tenía el actual gobierno, el cual gozó al principio del prestigio de tener un empaque serio. Sin embargo, poco a poco se han ido dilatando las promesas electorales y el desencanto reina por doquier.
Aparte de los periodistas, la Mandataria ha señalado críticamente a los empresarios por no despegar y a sus propios colaboradores por no estar a tono con la marcha del Ejecutivo. Ella misma ha declarado que tenía solución para el desempleo y la precaria economía del pueblo panameño ha ido postergando el remedio para estos males que agobian a la sociedad panameña. Y mientras sus discursos están saturados de culpar al gobierno anterior por su fracaso, se cosecha la desesperanza porque no vemos claro en el horizonte político una solución a los tantos problemas económicos y sociales de los cuales el único culpable es el que pretende levantar el dedo acusador contra los medios. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
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PUNTO CRITICO |
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