La presentadora de televisión estaba emocionada. Señalaba con su voz que "los niños panameños podrán bañarse en la bahía" dentro de pocos años. Añadía que también podrían hacerlo panameños adultos y turistas extranjeros.
Se refería a las actividades que pronto comenzarán, para sanear la cochina bahía de Panamá.
Según informaciones, se gastarán cincuenta millones de balboas en la primera etapa, para sanear sistemas de alcantarillados y aguas sucias que van a dar a la bahía.
Yo me sonreía mientras escuchaba tales argumentos. Me dije mentalmente que nos estaban "metiendo un cuento" al pueblo, para justificar la inversión de más de trescientos millones en ese asunto.
Es que a veces no se le dice toda la verdad al pueblo cuando se desea que acepte algunas obras.
Claro que hay que limpiar la bahía por cuestiones de higiene, principalmente.
Pero no digan que lo harán para que los chiquillos de la próxima generación puedan bañarse allí.
Realmente limpiar la bahía significa aliviar del mal olor a millonarios y gente pudiente que ha invertido dinero en condominios lujosos a su alrededor.
Comencemos por los de Punta Paitilla, la que llamo nuestra "Mónaco".
Gastar tanta plata para no poder abrir las ventanas por la hediondez, es algo que no les agrada.
Añada a esto el "boom" de construcciones de rascacielos en la Ave. Balboa. Nadie invertirá más de un millón en un departamento frente a una "cloaca" como es ahora la bahía.
Así que "fueron con ese cuentón", como decían algunos niños hace cuarenta años en Parque Lefevre.
Otra situación que produce argumentos despistados es la ampliación del Canal.
¡Al fin comprendo por qué los gringos nos entregaron el Canal!
Ellos sabían que habría que modernizarlo y no querían cargar con ese "rollo" que cuesta miles de millones de dólares.
Ya salieron expertos que señalan que no es del todo cierto que hay que ampliar el Canal porque se necesita con urgencia.
Se dice que esa ampliación solamente valdría para veinte años, cuando ni siquiera se hubría pagado la enorme deuda de su costo.
El secretismo que ha rodeado tales trabajos despierta sospechas.
Aunque ya no se harán los embalses que ahogarían millones de árboles y animales, hay que estar claro si a Panamá le conviene o no tales trabajos.
No vaya a resultar que "salga más cara la mecha que el candil", como dicen en Santo Domingo de Las Tablas.