Las mejoras que se realizan a los inmuebles deteriorados en los barrios norte y sur de la ciudad de Colón, reafirman la idea de que el programa para reducir el déficit habitacional del país, será uno de los principales logros del actual gobierno.
A mediados de marzo, fue noticia la aprobación de la ley que creó un fondo semilla de cinco millones de balboas, que junto al aporte del cinco por ciento de los rendimientos anuales del Fondo Fiduciario para el Desarrollo, deberá ayudar a mucha gente que con desesperación, veían imposible superar su status social.
Este esfuerzo del Ministerio de Vivienda, de construir casas baratas y de restaurar viejas casonas a punto de colapsar, darán la inefable satisfacción de obtener una casa propia. No obstante, el incendio que provocó hace poco una guerra entre pandillas, afectando a cientos de personas que vivían en las barracas de Patio Pinel, del corregimiento de El Chorrillo, es una señal que obliga a recordar el alto nivel de violencia y agresividad que enfrentan los residentes de barriadas populares.
Las autoridades deben poner atención al construir viviendas baratas, sin sacrificar el espacio suficiente como para que las familias puedan contar con un mínimo de privacidad. Estudios realizados en algunos países latinoamericanos, destacan la importancia que estos grupos familiares, no se sientan viviendo en barrios segregados y en un insoportable hacinamiento, que usualmente genera más violencia, al tener que convivir con malos vecinos e inclusive con agresión intrafamiliar.
Además del interés en ofrecer esa satisfacción por la casa propia, hay que tomar en cuenta estos detalles, tal como sucede hoy día en algunos países de la región, que a los dos o tres años de haber obtenido su vivienda, las familias que han sido beneficiadas, se frustran, deseando irse a otras casas.