EDITORIAL
Reflexiones en la Semana Santa
Después de cumplidas las jornadas del Viernes de Dolores y el Domingo de Ramos, entramos de lleno en la Semana Mayor en la cual hacemos las siguientes reflexiones.
Tenemos que elevar una permanente oración por la Patria para que halla paz y prosperidad en nuestro pueblo. Que Panamá sea una nación progresista siempre con la bendición de Dios y con el rumbo acertado en su porvenir.
Que no halla más corrupción tanto en el engranaje gubernamental como en la empresa privada. Que desaparezca el "juega vivo" de algunos funcionarios que sin sonrojarse siquiera son un baldón para la comunidad entera. Que la Administración Pública sea saneada y el valor cívico se manifieste en los ciudadanos de este país.
Queremos que halla una juventud alejada del mundo de las drogas. Que como dijo un ilustre pensador: "Pienso que la juventud es un terreno amoroso, cuya simiente oportuna abonará los frutos de una inmortal generación.
Que emulen a un estadista presidenta cuando dijo: Hay que aprender las lecciones de la historia para no repetirlas otra vez". Eso para señalar que las promesas electorales hay que cumplirlas y no creer que las palabras se las lleva el viento. Hay que tener credibilidad.
Creemos que la sociedad también es responsable de nuestro destino histórico. Por eso animamos a nuestro pueblo a no fallar como contribuyentes y desarrollar una positiva labor en la protección de los recursos naturales.
Opinamos que el hombre no debe alejarse de Dios aunque es tentado por el ateísmo y por doctrinas exóticas y extremistas. Debe alejarse de los ritos satánicos y de todo aquello que perturbe el alma y el corazón.
La Semana Mayor debe de ser de meditación porque Dios hecho hombre fue crucificado por nosotros. El Mártir del Gólgota, convertido en Redentor de la humanidad se sacrificó y derramó su sangre al morir en la cruz por la guardia pretoriana de la Roma Imperial.
Algunas religiones niegan la existencia de Jesús como el Mesías y lo ubican como un profeta más. Pero no debemos caer en el juego de los que hacen tales aseveraciones porque los que somos creyentes tenemos muy clara nuestras convicciones y no nos dejamos confundir.
En síntesis, la Semana Mayor no es para festejos y sí para la comunión con Cristo y debe reflejarse en la caridad cristiana. "Amor preferencial al pobre, al débil, al oprimido, al marginado... ellos son el rostro del Dios encarnado. El poder concebido como servicio, no como instrumento de dominación y de lucro. El respeto al que se presenta como adversario, porque él también tiene algo que aportar. La apertura universalismo, sobre todo en la superación de todo nacionalismo excluyente y de todo racismo", según la Carta Pastoral.
Proponemos actos de amor, de fe y de recogimiento.
PUNTO CRITICO |
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