El adolescente no podía creer lo que sucedía. Con mano torpe trataba de introducir la llave en la cerradura de la puerta de su casa. No acertó varias veces... ¡porque veía doble! Había escuchado que esto sucedía cuando se tomaba mucho licor, pero siempre pensó que era un chiste.
Sin embargo, en ese momento comprendió que lo que decían era la cruel y triste realidad: quien bebía mucho licor llegaba a un extremo que veía las cosas dobles.
Con la otra mano agarró la llave y así pudo introducirla en la cerradura. Luego, en su cama, antes que lo venciera el sueño se puso a meditar sobre su futuro.
"¿Ese es el futuro que deseas para tu vida?", se preguntó molesto y algo temeroso.
Fue tanto el impacto de la primera borrachera "en grande", que no volvió a salir con sus amigos por tres semanas. Y de allí en adelante no volvió a tomar mucho licor.
Este incidente ocurrió hace más de cuarenta años. Hoy ese adolescente que tuvo la suficiente madurez para decir "no más" y darle un alto a la tomadera de licor, espera los pocos meses de la jubilación.
El resto de su vida lo supo aprovechar y nunca volvió a tener la terrible sensación de ver doble por haber ingerido mucho licor.
Estudió, trabajó, hizo familia y en fin, logró realizar una vida noble y completa.
Tampoco consumió otra de las drogas legales que existen. No fue fumador, a pesar que su primer cigarrillo lo aspiró cuando tenía malamente once años.
Lo hizo como muchos jóvenes, movido por la curiosidad, o eso que ahora llaman "presión de grupo". Pero a diferencia de muchos jóvenes de su edad, tuvo madurez para recapacitar y comprender que le iría mal en la vida si caía en las garras de los vicios legales del aguardiente y el cigarrillo.
Con el no fumar su padre tuvo una intervención directa. Cuando se enteró que estaba probando cigarrillos a escondidas, lo reunió una noche en el patio de su casa.
Le dio un cigarrillo, le enseñó como encenderlo, y le indicó los aspectos negativos de ese vicio legal: "olerás mal, gastarán mucho dinero en humo y eso te hará daño a la salud. Si quieres seguir todo eso, allá tú, es tu vida y tu futuro", le dijo con seriedad.
Luego de decir estas sencillas palabras arrojó al suelo el cigarrillo que también había encendido. Su hijo adolescente tosió varias veces, casi arrojó la cena y no volvió a prender un cigarrillo en el resto de su vida.
Cuento estos hechos para que se sepa que los dos vicios legales pueden evitarse, si desde las primeras veces comprendemos que nos harán daño. Eso dependerá de nuestra madurez, de lo elevada que se encuentre la auto-estima, y en fin, que querramos una vida buena y productiva.
También debo advertir que quienes hayan caído en el vicio legal de la bebida y el fumar, pueden dejarlo cuando quieran, si tienen suficiente fuerza de voluntad.
Así evitarán numerosos problemas que seguramente arruinarán sus vidas. |