Cuando Juan Pablo II visitó Panamá el 5 de marzo de 1983, se montó un estrecho dispositivo de seguridad que estuvo a cargo del entonces jefe del G-2, coronel Manuel Antonio Noriega.
El general Rubén Darío Paredes, para entonces jefe de la Guardia Nacional, explicó que como el Papa estaría en campo abierto, la estrategia de protección fue la utilización de cuatro anillos de seguridad, dos de ellos básicamente eran agentes encubiertos entre la multitud, mientras que los otros dos anillos, eran hombres identificados como seguridad especial.
EL PAPAMOVIL
La logística de inteligencia militar para proteger al Sumo Pontífice no sólo giró en torno a hombres y armas. Incluyó la construcción del Papamóvil, una especie de auto blindado a prueba de casi toda clase de armamentos.
Era un auto americano marca GMC, color blanco, de dos puertas. Su parte de atrás, que originalmente era un vagón, fue modificada para agregar la cúpula de vidrio blindado de aproximadamente 2 metros de alto.
Esta unidad de transportación se constituyó en una de las armaduras de seguridad de mayor apoyo para proteger la vida del Santo Padre en Panamá. Sobre esta pieza, el general Paredes dijo que tenía blindaje principalmente en el motor, y la parte inferior del auto.
ERA FUERTE, PERO PODIA SER AFECTADO
El caparazón de seguridad era capaz de soportar golpes de proyectiles de armas livianas, como revólveres, pistolas, subametralladoras y hasta los fusiles calibre 30.
La fortaleza del Papamóvil no se puso a prueba. Actualmente, la cúpula utilizada por el vehículo reposa dentro de los terrenos de la Universidad Santa María la Antigua, como mudo testigo de la visita de la máxima figura de catolicismo a este país.