EDITORIAL
Futuro bancario
Los economistas no ven un futuro muy halagador para Panamá. Las disertaciones en el reciente congreso bancario arrojaron pronósticos preocupantes, a pesar del optimismo que proyecta el Ministerio de Economía y Finanzas.
Marcos Fernández le recomendó a los banqueros tener cuidado con sus préstamos a los funcionarios públicos y al propio gobierno. La cercanía del período electoral impone prudencia en otorgar crédito a los servidores públicos.
La recomendación no es extraña en un país, donde cada vez que cambia el gobierno enfrenta el trauma de los despidos masivos de trabajadores, que luego no pueden cumplir sus compromisos y pierden casa, autos y hasta sufren la desintegración familiar.
La banca ya ha sido golpeada en los dos últimos años por las quiebras fraudulentas de reconocidos grupos empresariales, situación que originó que la Superintendencia Bancaria recomendara a los bancos ser más exigentes al momento de otorgar sus préstamos.
Sin embargo, existe una realidad, el negocio de los bancos es prestar, pero en una economía golpeada como la panameña, los consumidores han optado por no recurrir al endeudamiento que nos caracterizó a mediados de la década pasada. La economía el año pasado creció en 0.8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
El gobierno sostiene que el año 2003 será mejor debido a megaproyectos como la construcción de un nuevo puente sobre el Canal, la ampliación de la carretera Interamericana y otras obras que serán financiadas con los dineros del Fondo Fiduciario.
En los bancos hay gran circulante, pero decrecen los préstamos, razón por la cual los técnicos están recomendando a los bancos de capital panameño que busquen nuevos horizontes, es decir incursionar en los mercados extranjeros.
Si no se buscan negocios en otros países, los bancos pueden morir, se sentenció en el congreso de la banca panameña. La razón es sencilla es casi imposible que se pueda lograr un incremento del 10 por ciento en las carteras crediticias.
Pero ante las recomendaciones de los economistas, los banqueros se enfrentan a la realidad, el resto de los países está igual o peor que Panamá y puede resultar peor el remedio que la enfermedad, ya que se tendría que explorar terrenos desconocidos y por ende negocios riesgosos.
Para colmo de males, los banqueros están resistiendo en aumento del impuesto por las licencias para operar ese tipo de establecimiento, lo que le resta competitividad con otros centros bancarios.
Los tiempos de las vacas gordas parece que se acabaron para la banca. Ahora hay que recurrir al ingenio, hacer ajustes y esperar que la crisis económica pase, para que los negocios recuperen la prosperidad de antaño.
PUNTO CRITICO |
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