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Clérigos chiítas criticaron la invasión.  |
Continúa ininterrumpidamente el avance angloamericano sobre Bagdad. Entretanto, Estados Unidos informó que el líder espiritual chiíta, el Gran Ayatollah Mirza Ali Sistani, ha exhortado a la población a no presentar resistencia a las tropas norteamericanas. ¿Podría ser este el cambio de postura que tanto desean los norteamericanos?
Una de las mayores decepciones para los norteamericanos y británicos ha sido que la población chiíta, en el sur de Irak, no se rebelara contra el presidente Saddam Hussein desde el comienzo de la guerra. Inicialmente, los británicos difundieron noticias optimistas al respecto, las cuales debieron ser desmentidas inmediatamente. Y, desde entonces no se habla más de esa rebelión.
En marzo de 1991, tras que los aliados expulsaran a Saddam de Kuwait, las ciudades de Kerbala, Nayaf y Basora fueron los mayores focos de revuelta chiíta. ¿Cómo se explica esta tranquilidad relativa de una población que tiene incontables razones para odiar a Saddam? Y, ¿cómo se explica el erróneo cálculo de los aliados?
Aparentemente, los norteamericanos no son conscientes del trauma y de la desconfianza de los chiítas, después de la malograda rebelión de 1991. Y, por último, la actitud de los líderes espirituales chiítas posee capital importancia.
Tanto los ayatollahs de las ciudades sacras de Nayaf y Kerbala, como aquéllos en exilio en Irán, han proclamado decretos religiosos, o 'fatwas', condenando la invasión de Irak y prohibiendo cualquier cooperación con los norteamericanos, por sacrílega.
El Gran Ayatollah Sistani, de Nayaf, también repudió la invasión e instó a todos los iraquíes a resistirse. En los próximos días se comprobará si realmente se ha producido un cambio de postura entre los chiítas. Por el momento, el canal de televisión Al Jazeera desmintió que el Gran Ayatollah hubiese instado a la población a no oponerse a las fuerzas de la coalición. |
