A ORILLAS DEL RIO LA VILLA
...Y Jesús dijo... (1)
Santos Herrera
Era la fiesta de Pascua y
Poncio Pilato no había dormido bien en el transcurso de la noche.
Imágenes borrosas de sueños preñados de fatales augurios
le torturaban la mente. Su faz pálida y demacrada era iluminada por
los primeros rayos de Sol de la mañana. Poncio, ensimismado en sus
pensamientos, no hacía caso de la infernal gritería del populacho
que rondaba los alrededores del Pretorio, en airada demanda de audiencia.
2.3. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto
os digo que un rico difícilmente entrará al reino de los cielos.
Eran días aquellos de agitadas convulsiones políticas
y religiosas, y todo por un andrajoso que decía ser el Rey de los
Judíos... ¡Rey de los Judíos!, con sus enseñanzas
raras y originales, pero sobre todo muy peligroso.
Cuando los mercaderes sin conciencia oyeron las proféticas palabras
de Jesucristo se llenaron de terror, emoción que paulatinamente se
fue transformando en la ciega pasión del odio. ¿Quién
era aquel advenedizo que con doctrinas extrañas y exóticas
perturbaba la mente de los esclavos y el populacho grosero?. Porque era
obvio que aquellas absurdas enseñanzas sólo fructificaban
en las mentes enfermas e ignorantes de la hez más baja de la raza.
2.2. Díceles Jesús: Si quieres ser perfecto, anda, vende
lo que tienes y dalos a los pobres y tendrás tesoros en el cielo,
ven y sígueme.
La sociedad de aquellos tiempos temblaba de miedo ante las sencillas
palabras de un artesano, que según él, era un enviado del
cielo. En plazas y corrillos de aquellas bíblicas ciudades de fariseos
murmuraban todo lo imaginable. Aquel loco que se hacía pasar como
Redentor no era más que un agente de potencias extrañas y
demoníacas.
El sencillo hombre del pueblo conspiraba, pues, abiertamente contra
el poder constituido, según afirmaban los fariseos y los agentes
del imperialismo romano.
Una ola de calumnias, difamaciones y maledicencias cubrió aquel
entonces la tierra conocida, donde los intereses de los mercaderes y fariseos,
en contubernio con los círculos imperialistas romanos so pretexto
de defender los valores espirituales tradicionales, conjuraban contra el
obrero llamado Jesús y sus discípulos, que vino precisamente
a redimir a los oprimidos de la Tierra.
2.5. ¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas! ¿Por
qué limpiáis lo que está fuera del plato y del vaso,
mas de dentro están llenos de robos e injurias?.
Cuando Jesucristo lleno de justa indignación increpaba fuertemente
a escribas y fariseos, éstos avergonzadamente apartaban su presencia
de Jesús. Pero cuando estaban dentro del círculo de sus allegados,
comentaban las admoniciones del Redentor como palabrerías vanas y
huecas, para propaganda para ganarse a los canallas del pueblo.
(Continuará...).

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