Se ganaba la vida haciendo labores de jardinería, talando árboles, realizando cualquier trabajo de carpintería y hasta de albañilería si era necesario.
De esa manera sostenía su humilde hogar, Eugenio Rodríguez Isaza, de 39 años, quien falleció la tarde del jueves luego de caer de una palma de cocos.
Silvia Arosemena, pareja del señor Eugenio, aún no puede creer que su esposo ya no esté. Afectada por este trágico accidente, por ahora lo único que su corazón desea es el consuelo de la resignación que sólo Dios puede darle.
Una niña y un varoncito de 12 y 8 años, respectivamente, han quedado en la orfandad sin saber cómo harán para continuar los estudios primarios, pues el sustento del hogar ya no está.
La señora María de la Cruz Isaza de Rodríguez, madre de Eugenio, informó que él era el segundo de cuatro hermanos, y que humildemente siempre vio la forma de sostener su familia.
Consternada por el hecho, la señora María no puede creer que su hijo ya no esté, pues momentos antes de que Eugenio se accidentara, había conversado por teléfono con el padre.
El dueño de la residencia donde Eugenio murió, aunque solicitó no publicar su nombre, informó que se encuentra muy afectado por este acontecimiento.
El hombre solicitó a Eugenio que le bajara los racimos de pipas de una de las palmas que están en la parte trasera de la residencia, ya que las mismas estaban bastantes secas y la brisa las estaba haciendo caer sobre el techo nuevo de un anexo que construyó recientemente, dañándoselo.
“Yo solicité los servicios de el señor Eugenio porque sabía que era una persona experta para realizar este tipo de labores. Si hubiera imaginado que algo así ocurriría, nunca se lo hubiera pedido“, dijo el señor con voz quebrada y lloroso.
A pesar de saber que lo sucedido fue un accidente, se siente responsable y está dispuesto a colaborar con los gastos del sepelio de Eugenio, quien era muy humilde.