El mandatario Martín Torrijos ha revelado que no hay dinero suficiente para implementar el proyecto de modernización del transporte público del área metropolitana. Más que plata falta tiempo y voluntad.
Con un superávit en las finanzas públicas, aportes cuantiosos del Canal de Panamá y un Estado que sale a respaldar proyectos desarrollados por consorcios extranjeros como la construcción de la autopista Madden-Colón, el argumento oficial no tiene mucho peso.
Cada mañana y tarde casi un millón de panameños sufren el vía crucis de viajar apiñados en autobuses destartalados; soportando groserías, calor infernal y el congestionamiento vehicular.
Desde la campaña pasada, el hoy presidente y el resto de los candidatos conocían que el transporte era uno de los problemas prioritarios que sufre la población, pero casi nada se hizo, a pesar de tragedias como la del autobús 8B-06, que estalló en llamas el 23 de octubre del 2006 y ocasionó la muerte de 18 panameños.
Existe una realidad, la modernización del transporte tendrá un alto costo, pero hay que empezarla para reemplazar a los casi 2,000 autobuses “diablos rojos” que hoy circulan por las calles del área metropolitana. Ya se ha comprobado que el sistema de autobuses ya no es efectivo en los distritos de Panamá y San Miguelito.
Los usuarios también deben entender que el pasaje no podrá seguir costando 25 centésimos y en efecto muchos lo han aceptado al pagar hasta un dólar por la tarifa de la ruta de los Corredores Norte y Sur. El pueblo merece un sistema de transporte eficiente, cómodo, con aire acondicionado y precio accesible.
Ojalá que el gobierno que surja en el 2009 tenga como su misión prioritaria atacar ese problema y no quede envuelto en nuevos estudios sobre un tema, donde ya hay suficientes diagnósticos y pocas soluciones.