El “no voy” es toda una institución en el transporte público selectivo. Y una que en verdad resulta vergonzosa para todos los panameños.
Cuando un cliente solicita una carrera hacia un sector apartado de la ciudad capital, o uno al que el taxista considera que no le conviene ir porque no es “rentable”, éste transportista se siente en todo su derecho de negarle el servicio; así como aquellos locales que no permiten el paso a ciertas clases sociales porque se reservan el derecho de admisión.
No importa si eres panameño, extranjero, estudiante, anciano o mujer embarazada. Si quieres tomar un taxi en Panamá, más te vale que vayas al mismo lugar que el taxista. De lo contrario, estás fregado.
En los últimos días se ha criticado mucho a los dueños de cupos de transporte colectivo y a los conductores de Diablos Rojos. Y con razón: han causado ya suficiente muertos y costosos accidentes. Pero hay otros aspectos en el sistema de transporte público que no se le da tanta importancia, y que también producen pérdidas económicas.
Tal es el caso del “no voy”. Esta mala costumbre de muchos taxistas tiene que terminar. ¿A cuantos de nosotros nos ha tocado estar en una situación de urgencia, en la que hemos necesitado de los servicios de un taxi, para encontrarnos con frustración que uno tras otro nos contesta con el bendito “no voy”?
Y esto tomando en cuenta que los taxistas prácticamente son transportistas colectivos, porque también están acostumbrados a recoger dos y tres carreras al mismo tiempo. Encima de que solo llevan a los pasajeros cuando a ellos les da la gana, tienen que aguantarse que recojan a dos personas más durante el camino.
Los excesos de los buseros hay que afrontarlos, pero, ¡OJO! Los taxistas también se están saliendo con la suya en muchas arbitrariedades contra los usuarios.