El verdadero líder asume la responsabilidad por las equivocaciones (o desmanes) cometidos por su partido. Admite que hubo errores y toma las decisiones necesarias para resarcir a los damnificados y asegurar que las faltas no se repitan. Al contrario, enfrentado a situaciones embarazosas o problemáticas, el líder de pacotilla escurre el bulto y trata de pasar agachado.
En el debate de la semana pasada, Martín Torrijos fue confrontado con la fotocopia de tres cheques girados a favor del PRD, producto del multimillonario desfalco de la Caja de Seguro Social. Todo lo que pudo contestar fue: "En 1982 yo sólo tenía 18 años" (La Prensa, 17 de marzo).
¿Qué clase de repuesta es ésa? El partido que usted dirige, señor Torrijos, es el responsable de la peligrosa situación del Seguro Social, que amenaza con colapsar, en perjuicio de cientos de miles de panameños y de la economía nacional.
En semejantes circunstancias, lo menos que debería usted hacer es pedir perdón al pueblo por el despojo del Seguro, denunciar a los autores del atraco (que están muy cerca de usted) y asegurar a la ciudadanía que ni usted ni su partido volverán a patrocinar acciones criminales como ésa. Y devolver a la Caja de Seguro Social, con intereses, las coimas recibidas por el PRD.
Eso es lo que haría un dirigente de verdad. Determine usted, estimado lector, si quiere en el poder a un líder verdadero o a un líder de pacotilla.