Producir y consumir ilimitadamente son en la actualidad los principios básicos del sistema económico y de la sociedad de consumo, pero todo ello nos muestra también la otra cara de la moneda: ¿En dónde poner los desechos de tanta producción y de tanto consumo? Este es el problema que ha llevado a que algunos hablen de la "civilización de la basura".
Producimos tal cantidad de residuos, que los países ya no saben cómo encaminar una buena política de la administración de los desperdicios.
Lo grave de todo esto es el deterioro del medio ambiente. Por otro lado, el hombre en su actividad sigue produciendo desperdicios.
Ya no bastan los sistemas practicados tradicionalmente: dejarla a cielo abierto, quemarla, enterrarla o verterla al mar, los ríos o lagos; hoy el problema de su recolección, transporte y eliminación no sólo supone elevados gastos a los contribuyentes, sino que constituye también una de las formas principales de deterioro del medio ambiente, puesto que el volumen de basura es tal que ni una ni otra cosa puede hacerse adecuada y satisfactoriamente.
¿Cómo recoger tanta basura?, y sobre todo, ¿dónde depositarla sin deteriorar y contaminar el entorno? He aquí algunos de los problemas derivados de la civilización del consumo que comienza a ser sepultada y asfixiada por su propia basura. ¿Qué será nuestro mundo en 50 años, un basurero?