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Una preocupación que raya en la alarma se extiende por los países del Pacífico amenazados, siquiera mínimamente, por la caída de la estación orbital Mir. |
Una preocupación que raya en la alarma se extiende por los países del Pacífico amenazados, siquiera mínimamente, por la caída de la estación orbital Mir.
Si la realidad se ajusta a los cálculos, la mayor parte de la Mir se desintegrará a su paso por las capas de la atmósfera, pero buena parte de ella (hasta 40 de sus 137 toneladas) sobrevivirá a esa prueba y, convertida en una lluvia de hasta 1,500 fragmentos sólidos, se precipitará al Océano Pacífico, entre las costas de Nueva Zelanda y las de Chile.
Los fragmentos podrían alcanzar el tamaño de un automóvil y ser capaces de romper una barrera de hormigón de dos metros de espesor.
Las autoridades de Fiji han pedido a los 800.000 habitantes del país que no salgan a la calle en las horas clave. Lo mismo han hecho las de Japón.
La estación orbital, que es el orgullo del programa espacial ruso, fue lanzada al espacio hace 15 años.
Rusia contrató un seguro de $200 millones ante cualquier eventualidad. Además, algunos aún recuerdan que en 1979 el satélite Skylab (E.U.), que debía caer en el sur del Atlántico, terminó estrellándose en el Indico y algunos de sus restos cayeron en el oeste de Australia. |