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  OPINION

CUARTILLA

Distinto

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Milcíades A. Ortiz Jr.

El cholito abrió su boca, mostrando todos sus dientes grandes y blancos en una sonrisa "de oreja a oreja". Con ojos llenos de alegría sobó la mochila nuevecita, palpó lo que había adentro y sosteniéndola en las manos "la pesó".

Soltó una risita de contento, cual chiquillo del poblado de Las Filipinas, en las montañas cercanas a Sorá, y se vio los brillantes zapatos de marca, que le habían regalado junto al pantalón y la camisa.

Suspiró y se fue a un rincón con otros amiguitos para sacar uno a uno los cuadernos, lápices, regla, marcadores y otros útiles escolares que tenía la mochila recién regalada.

Todo esto lo vi la mañana del domingo 11 de marzo, cuando miembros del grupo de apoyo de la parroquia de Coronado, llevaron miles de balboas en donaciones y medicinas a dos pequeños pueblos metidos en las montañas de Chame: Las Filipinas y El Manglarito.

Para llegar a esos lugares se tuvo que manejar en vehículos Todo Terreno, por una carretera de piedra que a veces era muy profunda.

La noche anterior, en casa de los esposos Morales, en Coronado, varias personas se pasaron seleccionando donaciones y medicinas. Fue un trabajo arduo y planificado, para que los resultados tuvieran el éxito deseado.

El dinero para comprar los útiles fue donado por los asistentes a las misas sabatinas en la parroquia de Coronado, quienes deseaban que los niños de los sitios mencionados pudieran ir a la escuela sin problemas.

Debo decir que el Club Rotario Panamá Norte también donó centenares de libros y lápices, para contribuir a esta noble labor, que nació de los informes que dieron los padres Rafael y Melanio, sobre las malas condiciones de vida de los niños en Las Filipinas y Manglarito.

Hay que indicar que la región de Chame está últimamente bien atendida en lo religioso, por un grupo de sacerdotes jóvenes, todos panameños, que cuentan con el liderazgo del padre Rafael Valdivieso.

Cuando el padre Rafael, llegó a vivir a Chame se encontró con la residencia cural casi en ruinas, inhabitable cuando llovía. Poco a poco, con ayuda de católicos de Coronado y Chame, pudo reparar el techo y mejorar el inmueble.

Lleno de deseos de llevar la Palabra de Dios y también mejorar las condiciones de vida de los niños, principalmente, organizó la atención religiosa a las treinta comunidades que comprenden la parroquia de Chame.

Así nos hemos enterado que niños de Las Filipinas tienen que caminar casi una hora, para llegar al otro pueblo y asistir a su escuela. Allí la maestra Gladys Acevedo y otra colega, atienden a decenas de niños que quieren educarse para poder tener una vida mejor.

Son difíciles las condiciones de algunos niños, como el caso de una infante que no iba a seguir estudiando porque sus padres no tenían nueve balboas para la inscripción. Esto se solucionó rápidamente con el aporte de los que ese domingo visitaron los dos poblados para entregar útiles escolares y medicinas.

Yo estuve allí y fue algo distinto de lo que es costumbre conocer en el país. Pensé que allí estaba el Panamá profundo, lleno de necesidades pero optimista y trabajador... y menos politiquero que los que vivimos en la capital.

 

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