Luanda se echó a la calle para recibir a Benedicto XVI, quien dijo que ha llegado el tiempo de la esperanza para África, pero que es necesario que se acabe de una vez por todas con la corrupción y que la comunidad internacional respete la promesa de destinar el 0,7 % de su PIB para ayuda al desarrollo.
El Papa fue acogido con gran calor por decenas de miles de luandeses, que desde el aeropuerto hasta la ciudad le aclamaron, corriendo detrás del "papamóvil".
La jornada fue declarada festiva para permitir a la población recibir "dignamente" a un Pontífice, 17 años después de la visita de Juan Pablo II en 1992.