El 21 de marzo de 1960, la policía en la Sudáfrica del apartheid abrió fuego contra una manifestación pacífica en Sharpeville que protestaba contra las leyes racialmente discriminatorias. Docenas de manifestantes murieron y muchos más resultados heridos. Hoy día, al conmemorar el aniversario de la matanza de Sharpeville queremos no sólo recodar las vidas de los que cayeron, sino también señalar a la atención el sufrimiento más profundo que provoca la discriminación racial en todo el mundo.
El lema de la conmemoración el presente año, "Combatir la discriminación cotidiana", nos obliga a tomar medidas decididas para luchar contra las prácticas discriminatorias habituales en nuestra sociedad. Todos somos conscientes de que la mayoría de las atrocidades cometidas por el hombre han tenido una motivación racial, pero con frecuencia se olvida el sufrimiento colectivo provocado por el racismo cotidiano. A decir verdad, la historia de los crímenes más horrendos de la humanidad se ha construido a menudo sobre los cimientos de la intolerancia.
Desde los insultos en la escuela, hasta las decisiones sobre contratación o despido en el lugar de trabajo, desde la cobertura selectiva de los crímenes por los medios de comunicación o la policía, hasta la discriminación en los nombramientos para cargos públicos, el trato injusto de los grupos raciales o étnicos no sólo abunda en nuestras sociedades, sino que a menudo queda sin respuesta. Es innegable que prevalece el racismo cotidiano, pero que nadie lo cuestione no tiene justificación.
No debemos tolerar la degradación insidiosa de la discriminación como algo habitual.
Las Naciones Unidas, a través de sus programas de sensibilización tiene un importante papel que desempeñar. Pero todos nosotros tenemos que unirnos a esta lucha. En este Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial tenemos que reafirmar que el éxito de esta lucha depende de que los ciudadanos ordinarios se pronuncien contra la intolerancia "ordinaria".
El Secretario General