OPINION

CUARTILLAS
Enseñar

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Por Milcíades Ortiz Jr.
Catedrático

El muchacho se acercó y me dijo que no se preocupaba por la nota mínima que había ganado en su examen (era una "C", que equivale a un tres). Le dije como profesor que él podía obtener mejores calificaciones. Que en su examen se notaba que tenía la idea, pero no la desarrolló lo suficiente para obtener una mejor nota.

Entonces me dio una explicación que me dejó perplejo: dijo que "para qué voy a ganar buena anota, si para conseguir un empleo sólo se necesita la influencia de un militar".

Estábamos en la época negra de la dictadura militar narcotraficante panameña. No existían los valores cívicos y morales. La gente vendía sus conciencias por jugosos salarios, destacados puestos públicos, prebendas y regalías. Algunos intelectuales sin pestañar olvidaron su pasado de luchas anti-militaristas, para alabar a Torrijos y compañía, a cambio de posiciones y fortunas.

Era público y notorio que si quería llenarse de plata, sólo necesitaba "pegarse" a un oficial. En más de una ocasión hubo conocidos que --de buena o mala fe -, me aconsejaron que si "quería ser ministro, que fuera a Farallón y hablara con el viejo".

Miré al joven y le dije que yo enseñaba "para el futuro". Que no creyera que la actual situación existiría para siempre en Panamá. Y repetí la conocida frase que "no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista".

A pesar de saber que "sapos" del G2 se hacían pasar por alumnos míos y de otros profesores civilistas, en más de una ocasión tuve el atrevimiento de decir que mis clases eran para el futuro.

Así descargaba mi conciencia de educador que desea ser honesto con sus alumnos, diciéndoles la verdad, aunque fuera "suavemente" para no quedar atrapado en grabaciones que hacía el G2 de mis clases para buscar una excusa y botarme de la Universidad.

Ya estamos viviendo en Democracia gracias a la lucha de la Cruzada Civilista y la invasión norteamericana, que derribó al tirano y su gobierno corrompido. Pero... la corrupción no fue cortada y como la mala hierba de nuestros jardines, volvió a salir apenas nos descuidamos.

La vemos ahora rondar por la Asamblea, y quién sabe qué otros lugares del Estado panameño, que no menciono para que no salga un "turro" a demandarme por "calumnia". (Aquí los "pájaros le tiran a la escopeta", como dicen en el Cerro La Vieja, de Coclé).

Y ahora volveré a decirle a mis alumnos que estoy enseñando para "el futuro", cuando hablo que hay que ser honesto y honrado, y que el ser pobre no es un pecado.

Sin embargo, sigo siendo optimista... en el fondo de mi corazón. El mismo optimismo que me llevó hace cuarenta años a estudiar Periodismo, cuando muchos decían que era un oficio de corruptos y sinvergüenzas.

 

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