¿Cuándo es necesario dejar una iglesia, o un ministerio? Para responder esta pregunta, debemos hacernos forzosamente, otra pregunta: ¿Quién te envió a esa iglesia a la que asistes, quién te dio el ministerio en el que sirves? La respuesta invariablemente, es DIOS.
Cuando Dios nos diga que nos movamos, entonces nos iremos en paz, sin importar en que situación se encuentra el ministerio. ¿Pero cómo podemos saber cuál es la voluntad de Dios? La respuesta es muy sencilla: Vuélvete a tu primer amor, ora pidiendo dirección, y espera la respuesta.
Si esperamos a la respuesta de Dios, iremos confiados como niños a donde Dios nos lleve de Su mano. No seremos motivados a irnos por el comportamiento de otras personas, sino guiados por el Espíritu Santo mismo. Muchas personas salen de la iglesia con un espíritu crítico, juzgando al pastor, a los miembros de la iglesia, o a la denominación. Estas personas se están dejando llevar por las emociones y por la carne, sin tomar en cuenta al Espíritu Santo que nos lleva de la mano a toda verdad. La carne, otra vez, les juega una mala pasada, y los lleva a donde no deben estar, o a salirse de la iglesia, salirse de la cobertura, y por lo tanto, ser blanco perfecto de los ataques de Satanás.
La idea de cambiar de congregación ¿viene de Dios, o del enemigo de Dios? ¿Qué es lo que nos motiva a cambiar de congregación? Si esta idea produce desasosiego, nos roba la paz, nos mata la fe, y destruye nuestra confianza en Dios, ESTO NO PROVIENE DE DIOS.
Imagínate una iglesia donde las ovejas sean obedientes, oren por su pastor, no juzguen a nadie, sino todo lo pongan delante de Dios, una iglesia en la cual el poder de Dios se manifiesta, tanto por la fidelidad de sus líderes, como por la fidelidad del rebaño... Esto sólo puede traerlo el espíritu Santo de Dios.
Si estás pensando en cambiar de congregación, por los motivos que sean, analiza bien tu corazón, y tus motivaciones. Estas solo pueden provenir de dos fuentes: O son frutos del Espíritu de Dios, o son frutos de la carne.