EDITORIAL
Narcotráfico
Ese vergonzoso honor lo cargamos desde hace años, pero al menos en el informe que le remitió el presidente George Bush al Congreso, se reconoce la colaboración de las agencias panameñas represoras de ese flagelo.
Para nadie es un secreto que los carteles de la droga utilizan el transporte de mercancía que llega a nuestros puertos para ocultar cargamentos de cocaína, también es cierto que lo extenso de nuestras costas convierte al país en un coladero para introducir cocaína utilizando para ello lanchas rápidas.
La carretera Interamericana también es una ruta predilecta de las mafias para mover estupefacientes por vía terrestre hacia Centroamérica y México; de igual modo hay muchas pistas de aterrizajes no controladas que son aprovechada por los narcotraficantes.
El documento que se remitió al Congreso forma parte de una legislación aprobada en 1986, y tiene como propósito evaluar la cooperación internacional en los esfuerzos antinarcóticos.
En base a ese informe, el gobierno de Estados Unidos certifica o no la cooperación de los países. Se valora principalmente si cada uno de los países importantes de producción o tránsito de drogas -en cuya categoría figura Panamá- ha colaborado en la lucha contra el tráfico de drogas y le blanqueo de capitales.
La negación de la certificación involucra sanciones en cuanto a ayuda exterior, al igual que la obligación de Estados Unidos de votar contra la concesión de préstamos al país descertificado en los organismos financieros internacionales.
No hay que olvidar que Washington adoptó una nueva Estrategia Antidrogas, cuyas metas es acabar con el consumo de narcóticos y curar a los que consumen drogas en Estados Unidos. En pocas palabras, los gringos buscan desbaratar el mercado, bajo la premisa de que el narcotráfico no es una fuerza incontenible, sino más bien una empresa maligna con ánimo de lucro cuyos costos y beneficios es posible desequilibrar.
Eso es en Estados Unidos, en Panamá se han esbozado algunos planes contra el flagelo, pero hay muchos jóvenes que están cayendo en las garras de las drogas. La piedra y ahora el éxtasis están dañando a la juventud y se requiere redoblar esfuerzos para frenar ese mal, de lo contrario tendremos a una sociedad de hombres y mujeres, cuyos cerebros han sido carcomidos por los narcóticos.
PUNTO CRITICO |
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